EL pasado febrero, en estas mismas páginas, escribía un artículo al que titulé Euskadi, Euskadi, Euskadi. Intentaba explicar que, de cara a las elecciones generales, los vascos debíamos votar en “clave vasca”, y más concretamente al PNV, si queríamos que nuestros intereses y necesidades fueran tenidas en cuenta en Madrid. Y así ha resultado.

Las elecciones generales nunca han sido propicias para el PNV. La polarización española resulta abrumadora, a lo que contribuyen los medios de comunicación, también los de aquí, con sus prioridades informativas. Normalmente, quedamos relegados a un segundo o tercer plano, y muchos ciudadanos vascos se sienten arrastrados a involucrarse mentalmente en esos debates dicotómicos españoles, sin caer en la cuenta de que, si los partidos únicamente vascos no tienen una representación fuerte, los intereses y necesidades de Euskadi quedan relegados y olvidados.

Algo así ocurrió en las elecciones de diciembre de 2015, repetidas seis meses después, en junio de 2016. En aquella ocasión, la prioridad de muchos de nuestros conciudadanos era “castigar al PP”. En este panorama, una buena parte de vascos optaron mayoritariamente por Podemos como mejor forma de castigo a los populares españoles. Ganaron las elecciones en Euskadi en votos, en porcentaje y en los tres territorios de la CAV. El PNV, de todas formas, aguantó bien el envite.

En esta ocasión, básicamente, el reto era evitar un indisimulado e inminente pacto entre las tres derechas con posiciones claramente ultrarradicales que suponía una amenaza para la democracia, las libertades y los derechos humanos, así como una nítida regresión de nuestro autogobierno y de nuestras aspiraciones a ser reconocidos y respetados como nación europea.

Aparentemente, el mejor posicionado para hacer frente a esta amenaza era el Partido Socialista. Le acompañaba la citada polarización política y mediática. Sin embargo, ni en Euskadi ni en Catalunya ha sido así. En Euskadi, la fuerza política que mayor confianza ha concitado, y con diferencia, ha sido el PNV, que además, ha ganado en los tres territorios, con referencia especial a Araba.

Con una participación que ha subido en unos 9 puntos, el PNV ha recibido el 31% de las papeletas en el conjunto de Euskadi. Es el partido que ha experimentado el mayor aumento en votos (más de 107.000) y en porcentaje (más de 6 puntos) respecto a las elecciones de junio de 2016. Al Partido Socialista, segunda fuerza política, pero que no ha cubierto sus expectativas, le ha sacado más de 141.000 votos y más de 11 puntos porcentuales de diferencia. EH Bildu ha aumentado en votos (casi 59.000 sufragios más) y porcentaje (un 3,4% de aumento), pero de manera mucho más modesta que el PNV, aunque aparente otra cosa. Sí es cierto que su subida la ha rentabilizado mejor en términos de representación al lograr dos asientos más. Por su parte, Podemos ha perdido el fuelle que tuvo en 2016, al perder más de 112.000 votos y más de 12 puntos porcentuales. Por último, el PP ha fracasado notablemente y se ha quedado sin representación alguna.

Un dato muy significativo es que ninguna de las tres derechas radicales han obtenido representación parlamentaria alguna, lo que constituye un afortunado elemento singular propio de Euskadi con respecto al Estado español. Pero no sólo eso: en relación a 2016, la suma de esos tres partidos ha perdido más de 27.000 votos en Euskadi.

La sociedad vasca, su ciudadanía, ha votado en buena parte en “clave vasca”. Y eso es una muy buena noticia. Debe suponer un estímulo para confiar en nosotros mismos. Para reafirmar que un Pueblo pequeño como el vasco es capaz de desenvolverse en un mundo cada vez más global con su propia personalidad política. Y que nos urge y tenemos necesidad de reforzar nuestras instituciones políticas, nuestras empresas y nuestro modelo social y cultural mediante el acceso en libertad a una personalidad e instrumentos de Estado que fijen un nuevo modelo de relación con el Estado español y con Europa.

Porque, como decía Darwin, no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor sabe adaptarse a las nuevas circunstancias.