SI existía la esperanza de que la celebración del acto de los partidos de la derecha española en Altsasu fuera a bajar el diapasón de la campaña interesada de criminalización de la ciudadanía de Altsasu, ayer quedó en evidencia que no será así. Al municipio navarro le está pasando lo peor que puede ocurrir: en vísperas de una campaña electoral, sin argumentos económicos ni políticos asociables al bienestar de las personas que pudieran construir una oferta atractiva para los ciudadanos, los partidos de la derecha española y los medios que se alinean con ellos han decidido convertir a Altsasu en un símbolo. No hay contraste en el discurso que aparece en los medios y en las declaraciones de los líderes políticos de Ciudadanos, PP y Vox. Nada que desmienta los excesos cuando no las falsedades. Es un terreno de juego abierto en el que se juega la partida del populismo pero también del desgaste del Gobierno del PSOE y, por supuesto, el señalamiento del que preside Uxue Barkos. No hubo acto equivalente al de este domingo cuando nueve guardias civiles fuera de servicio fueron agredidos en Algeciras en mayo pasado por varias decenas de personas ni cuando, en junio, otros cuatro recibieron mordiscos en un centro comercial de Majadahonda. Nafarroa sigue en el centro de una campaña electoral que la hace, más que asunto de Estado, objeto de manipulación de los sentimientos dentro y fuera de la comunidad foral y provoca una irresponsable polarización de la opinión pública. La auténtica división de la sociedad, mucho más evidente y más espuria que cualquier debate de naturaleza política. En este escenario, quienes no han sabido anticipar o, lo que sería aún peor, han preferido obtener protagonismo a través de escenificaciones igualmente desafortunadas, también están en un error. Con independencia de lo anecdótico de su acción, quienes eligieron el improperio o el lanzamiento de objetos no representan el sentido cívico de la ciudadanía de Altsasu sino que trataron de aprovecharse de ella, de su mayoritariamente templada reacción y de su legítima reclamación de que no se les criminalice. En todo caso, no son excusa para exigir a los partidos que aspiran a ser representativos -PP y Ciudadanos- la responsabilidad que no han demostrado durante el fin de semana con sus convocatorias. Frenen el señalamiento y la criminalización.
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