S I les hablo así sin más de La Muixeranga, la inmensa mayoría de ustedes se preguntarán: ¿la muixequé? Por lo tanto, antes de seguir les adelanto que se trata del himno que los valencianos no españolistas han hecho propio para diferenciarse del oficial de la Comunitat Valenciana, el que tantas veces habrán oído con motivo de las retransmisiones de Las Fallas y que comienza -ta tarará tarará tatara- con una proclama “Per a ofrenar noves glories a Espanya” (Para ofrendar nuevas glorias a España).
La Muixeranga es una pieza musical, sin letra que entonar, que se instrumenta con atabales y dulzainas. El origen contrastado es religioso pues los campesinos acompañaban la procesión de la Virgen de Algemesí al son de tan sencillos acordes. Como casi siempre ocurre, la difusión se produjo boca a boca a través de los braceros valencianos que acudían a cosechar el arroz al Delta del Ebro (Tarragona). Al mismo tiempo, se usaba para ambientar musicalmente las construcciones de torres humanas o castellets, más pequeñas en Valencia que las vertiginosas catalanas.
El caso es que cierto día, Joan Fuster, el padre de las letras valencianas contemporáneas, paseaba con el editor y activista cultural Eliseu Climent por un pueblecito cuando escucharon a un chaval tocando con una dulzaina esa melodía repetitiva y vibrante. Inmersos en un intenso estado emocional, los dos intelectuales le pidieron al xiquet que la volviera y volviera a tocar. El chaval les dijo que bien pero que tenían que pagarle una peseta “rubia”. Así fue y así empezó el largo peregrinaje de los paseantes para conseguir que el nuevo himno oficial del País Valencià nada tuviera que ver con ofrendas de nuevas glorias a España.
En eso sigue Eliseu Climent, quien me invitó a formar parte del jurado que otorgó el premio Joan Fuster al mejor ensayo en el certamen anual de los Premis Octubre. Los otros tres premios correspondieron a las categorías de poesía, narrativa y teatro. De la vitalidad de la literatura en catalán habla el hecho de que se presentaron al premio más de sesenta obras de teatro, más de 180 poemarios y más de cuarenta novelas. Quienes deliberamos en el apartado de ensayo: el filósofo y periodista Josep Ramoneda, la filósofa Marina Garcés -luminaria emergente del pensamiento catalán-, el catedrático de derecho constitucional Javier Pérez Royo -bien conocido en Euskadi- y quien escribe estas letras lo tuvimos más fácil pues solamente tuvimos que decidir entre siete obras seleccionadas.
Aún más fácil lo hubiésemos tenido de haber podido asistir Josep Fontana, el más grande de los historiadores catalanes vivos, hasta que falleció el pasado mes de agosto, no pudiendo contar el resto con su docta opinión. Aquí dejo constancia de mi admiración por el autor de La historia de los hombres y de La historia de Catalunya, a quien desgraciadamente no tuve ocasión de conocer personalmente. Por mi parte, iba dispuesto a presentar batalla para que Cartes de Lluny de Josep Plá (París, Madrid, New York), firmada con seudónimo, resultara ganadora. Por unanimidad, todo el jurado votó a favor de la misma y el premiado resultó ser Martí Monteverde, un profesor valenciano que enseña literatura contemporánea en la Universidad de Girona.
“Llibertat, Llibertat” La entrega de premios tuvo lugar en el Salón Noble del Palau de l’Exposició de Valencia. Se trata de un edificio espléndido, magníficamente reformado bajo los gobiernos de Camps y la finada Rita Barberá, de quienes imagino que en este y en el otro mundo habrán cogido un berrinche de aúpa por lo que ocurrió durante la gala. Trescientos invitados, entre ellos los presidentes de los Parlamentos de Catalunya, Cortes valencianas y de Cerdeña -les supongo al tanto de que parte de la población sarda habla catalán-; consejeras de Cultura de las Islas Baleares, Catalunya y Valencia; alcaldes de Valencia, Vinaròs, Sagunto (quien me dio recuerdos para Joseba Aurrekoetxea)? -y a partir de ahí ya me pierdo entre tanto cargo institucional- y, sobre todo, gran parte de la intelectualidad que se expresa y crea en lengua catalana.
El acto, conducido por las presentadoras Laura Sangrá y Annaïs Domenech, resultó elegante y solemne, alternando la entrega de los premios con una proyección de una videocreación de vanguardia, un sketch teatral.
De súbito, se proyecta en la pantalla tras el escenario la palabra “Llibertat” y, una vez en el estrado, Eliseu Climent proclama premiados por su Actuación Cívica a ¡los presos políticos y exiliados del procés! Y, efectivamente, comienzan a subir a recibirlo las esposas, hijos, hermanas, familiares y amigos de todos ellos, desde Junqueras a Puigdemont, desde Jordi Sànchez a Raül Romeva, desde Quim Forn a Josep Rull. Lluís Llach lo recibió en nombre de Dolors Bassa y Esther Capella, consellera de Justicia de la Generalitat, en nombre de Marta Rovira. Por Anna Gabriel lo recogieron los padres de Guillem Agulló, joven activista catalán asesinado en Barcelona hace 25 años por una escuadra nazi-fascista.
Desde el público, puesto en pie en su totalidad, aplaudíamos y gritábamos: “Llibertat, llibertat”; la escena habría sido infinita si no se hubiera acercado al micrófono Eliseu para pedir la continuación del acto. Mientras tanto, los familiares recibían el afecto y la solidaridad de los presentes sosegadamente, sin estridencias, con ademán estoico, de manera muy diferente a la de los familiares y amigos de los presos vascos: siempre puño en alto y Aurrera bolie!
Oficio, pasión, sacrificio Transmitían una imagen de burgueses a los que un tsunami político les hubiera pasado por encima. Gente normal y corriente para la que la política era hasta hace dos años un oficio, pasando después a ser una pasión y convirtiéndose ahora en un sacrificio. Tuve ocasión de hablar con varios de ellos: la esposa de Jordi Sànchez a quien conozco desde hace más de treinta años; la esposa de Quim Forn, exconseller de Interior durante los atentados de Las Ramblas y Cambrils, a quien pedí que transmitiera a su marido mi reconocimiento por su actuación durante y tras los mismos; y a la esposa de Raül Romeva, de cuyos padres somos vecinos de veraneo.
Qué quieren que les diga, no supe transmitirles más que unas palabras de ánimo inconsistentes porque mi pronóstico sobre el futuro de todos ellos no puede ser, hoy por hoy, más sombrío.
Más optimista vi a Javier Pérez Royo, quien ha hecho de la defensa de los acusados su propia causa con constantes intervenciones en televisión, radio y prensa. Los familiares se lo agradecieron charlando con él en distintos corrillos, un poco buscando cura -Javier estima que en el Tribunal Europeo resultarán absueltos- y otro poco buscando consuelo. Por cierto, si alguno de ustedes supone que las fisuras políticas que emergen entre las diversas corrientes independentistas se trasladan a los familiares de los presos y exiliados políticos, les puedo decir que no o, por lo menos, que a la vista no lo están, aunque soy consciente de que la buena educación puede hacer milagros.
Quien oculta la realidad? El acto acabó con la interpretación de La Muixeranga por el grupo de Borja Penalba, en esta ocasión atabales y dulzainas acompañadas por instrumentos de cuerda. Otra vez el público en pie y mi particular conclusión: nunca ha estado mejor gastada una peseta rubia.
Por supuesto que soy consciente de que la expresión cultural catalana es una isla en una ciudad que blasona banderas españolas en una cantidad ingente de balcones. Pero la lectura de la prensa del día siguiente y constatar que en el omnipresente diario Las Provincias, del grupo Vocento, no se hacía mención alguna de un acto en el que había participado el alcalde de la capital y el presidente del Parlamento regional, entre otros muchos cargos institucionales, me dio que pensar. Quien oculta la realidad acaba siendo superado por la misma.
Felipe V, el primer Borbón, el mismo que con los llamados Decretos de Nueva Planta abolió las instituciones soberanas catalanas, también persiguió la lengua, aunque de manera más sibilina: “Sin que se note el cuidado, mas que se note el efecto”.
Trescientos años después, la lengua sigue viva, los Premis Octubre dan testimonio de ello. Así pues: ¡Larga vida a Valencia y a los esforzados intelectuales valencianos, baleares y catalanes!