Su, como adjetivo posesivo (el su será de algún o algunos; mío, seguro que no). Graciosa, creo que estaremos todos (o algunos) de acuerdo que hacer gracia no, pero nos reímos de algunas de sus ocurrencias (“pido perdón y no volverá a ocurrir”... Eso tal vez no, pero ya han ocurrido otras cosas, antes y después del eso). Y lo de Majestad, eso le viene regalado de familia y afirmado por el dictador. Ahora salen unas declaraciones de la que se dice que fue su amante, querida, casquivana u otro adjetivo que lo califique. Pues ¡bien! Nos habla de mordiscos (o dentelladas) por diversas obras realizadas en Arabia, mordiscos o dentelladas que se han enviado a paraísos fiscales y que según la revista Forbes superan los dos mil millones de euros. Pero no termina ahí, según el economista Roberto Centeno a otro medio de comunicación, don Juan Carlos cobraba entre uno y dos dólares por barril de petróleo que España compraba a los países árabes. También se sospecha que con la señorita Corinna pudo alcanzar, con la petrolera Lukoil, los 30 millones de euros en efectivo. También parece que se le vincula con el caso Malaya y Corinna vuelve a vincularle con otro de los casos sonados (y del que creo que muchos pensábamos que estaba detrás), el caso Nóos: “Yo estaba delante cuando el rey pedía dinero para Nóos. No distingue lo legal de lo ilegal”. Yo sí creo que distinguía perfectamente lo legal y lo ilegal, pero como era el Rey, como había partidos que lo defendían, como ayudaban a ocultar sus tejemanejes, pues se sentía impune a todo lo que hacía y de hecho, así ha sido, pues eran vox populi los negocios que tenía por todo el mundo. E incluso, quizás se debería de conocer sus actuaciones el 22-F.