“¡No me admiró tu olvido! Aunque un día, me admiró tu cariño mucho más...”. ¡Ay, Bécquer infinito, Bécquer profeta! Ya mucho antes dijo Dios a su amigo Abraham sobre Sodoma y Gomorra: “Recorre las calles de Jerusalén, observa con cuidado, busca por las plazas. Si encuentras una sola persona que practique la justicia y busque la verdad, yo perdonaré a estas ciudades”. Buscó entre la gente común, vulgo, religiosos, gente importante, pero ninguno era sincero. Un solo hombre honesto hubiera bastado. No pudo ser. Un grandísimo cajón lleno de putrefacción chantajista, corrupción mafiosa, decenas de políticos vendidos, vivas, besitos, aplausos paripé a un cadáver político y un presidente de la nación más preocupado en tapar que en limpiar. Eso es lo que encontró el bueno de Abraham. Cristina, expresidenta fulminada de la Comunidad de Madrid y muy preocupada por si vienen los rojos a ocupar su paraíso de vino y miel, no se ha marchado por unas cremitas imantadas de aquí o un máster de allá, es que en su mochila ya no cabían más trampas y los compiyoguis, junto a un periodismo carroñero-oportunista, le tenían guardado un video comprometedor y definitivo desde hacía ¡siete años! Parece que Algún Vellido Dolfos de su entorno más cercano fue o será bien compensado. Quid prodest? ¿A quién beneficia? Ya saldrá la liebre. Fue una agonía prolongada y cruel. Como lo es, en política, el juego de la silla...