eL diario Egin hubiera cumplido cuarenta años el pasado 29 de septiembre. En aquel inicio lo dirigía Mariano Ferrer, costaba 12 pesetas, tenía cuarenta páginas y su gran titular de portada fue Leizaola vendrá el día siete a Bilbao. Nació, pues, con una noticia falsa: el lehendakari Leizaola volvió del exilio 26 meses después, cuando se aprobó el Estatuto de Gernika. Lo hicimos a lo Sinatra. A nuestra manera.
Iniciado 1977, la plataforma que trabajaba por sacar Egin buscaba el apoyo de suscripciones jelkides con la argumentación de poner en la calle un diario de todos los abertzales contra la manipulación de los periódicos que se habían editado bajo la dictadura. Siendo la idea muy atractiva, pronto nos dimos cuenta de quiénes estaban detrás de la misma y ante eso nos curamos en salud: en la revista Euzkadi de enero de 1977 se publicó un texto redactado por Xabier Arzalluz con el título de Por fin. Nace Deia. En dicha nota se explicaba cómo se iba a poner en marcha un periódico democrático, abierto, abertzale e institucional, separando opinión e información. Aquel campanazo originó una gran indignación en los promotores de Egin, que nos pusieron pringando.
Como apuesta informativa de carácter institucional, DEIA nació el 8 de junio de aquel 1977 tratando de estar presente en aquellas primeras elecciones democráticas, elecciones que le importaban un pito a HB; por eso Egin nació cuatro meses después. Posteriormente, en las reuniones de Txiberta seguían insistiendo y nos decían: ”Si vamos juntos, ganamos”. El ir juntos era no ir a las elecciones y apoyar la lucha armada de ETA. Este mundo del llamado socialismo real siempre busca compañeros de viaje para convertirlos en tontos útiles. Siguen en lo mismo. Ahora están con el segundo frente de confrontación.
Egin, al poco, descubrió sus cartas. Le comenzaron a llamar “Etin”, habida cuenta del apoyo que hacía a la lucha armada, y se convirtió en el diario oficial de publicación de todos los comunicados de ETA, como sigue siendo en la actualidad Gara. De ahí el interés que tienen en hablar del fracaso “de las apuestas del 78”. Serán las de ellos.
La víspera del aniversario de Egin, el jueves 28 de septiembre, Dani Álvarez le hizo esta pregunta a Arnaldo Otegi en Radio Euzkadi: -Permítame una pregunta más, señor Otegi. ¿Alguien en la izquierda soberanista, aunque sea en privado, dice en alguna ocasión algo sobre la que se ha liado en Catalunya, con cinco años de manifestaciones pacíficas y sin haber roto un vaso, y aquí cuarenta años apoyando una estrategia militar?
-Pues sí -contestó Otegi-, no es solo una única persona quien lo dice. Es algo muy a tener en cuenta y algún día me extenderé sobre ello, pero ahora me lo voy a plantear de manera prudente y algún día me extenderé en esta reflexión porque creo que Catalunya está haciendo una gran contribución en el sentido que usted apunta y que es que la estrategia que algunos planteamos tendría que variar y construir otro tipo de estrategia más eficaz. Desde posiciones democráticas y pacíficas se está demostrando que esto es más eficaz que otro tipo de estrategias al menos en este contexto histórico?
No sé por qué Otegi no pudo explicar lo obvio, pero lo clarificador de su respuesta fue que no habló de convicciones éticas ni de principios democráticos, ni de humanidad, sino de estrategias adecuadas, en este caso con Catalunya, habida cuenta de que durante cuarenta años han apoyado irrestrictamente los atentados de ETA y la kale borroka, también contra los catalanes. Concretamente, 54 asesinados y 224 heridos, Ernest Lluch entre ellos, con un saldo en Hipercor de 21 y, el último, curiosamente un mosso d’Escuadra, Santos Santamaría, en Roses en 2014. Ya ven. Y, sin embargo, ahora, con la fe inflamada del converso, se vuelcan en la total entrega a este cuerpo, pero, eso sí, sin querer reconocer aquellas barbaridades o diciendo que la Ertzaintza es como la Guardia Civil. Manoseando la democracia con un entusiasmo sospechoso, pretenden dar clases a los demás y agredir al lehendakari y al PNV. Eso ya molesta un poco. Como decía Irujo, “los conversos, a la cola”.
Pero no hay que extrañarse. Me viene a la memoria algo ocurrido tras las primeras elecciones municipales en 1979. Se trataba de formar los primeros ayuntamientos. Sabin Ipiña encabezaba la candidatura del PNV en Portu, con Gabi Madariaga, Pérez Larrinaga? Quedó segunda a escasos votos de la del PSE, con HB en tercera posición. Los jelkides se dirigieron a Gorka Martínez, cabeza de la coalición abertzale en el municipio, a fin de recabar apoyos que permitieran elegir un alcalde abertzale de la talla humana de Ipiña. La respuesta fue clara y concisa: “No. Nosotros no nos centramos en un pueblo concreto o en Euzkadi. Para nosotros esto es un escenario de lucha que dará paso a una revolución internacionalista mundial”. Se quedaron nuestros jelkides de Portu con los ojos a cuadros. Vieron que para cierta nomenclatura de HB, lo abertzale era un disfraz, un motor, un anzuelo y que tras esto había otras cosas, como hizo la CUP con Artur Mas. Lo malo es que no han aprendido nada, ni olvidado nada y estos días se ve con diáfana claridad que el fin para ellos sigue justificando los medios, en este caso, el vestirse de demócratas.
Se han quedado sin banderas. Han descubierto Catalunya y pretenden, como acaba de decir Arkaitz Rodríguez, abrir un segundo frente de confrontación, mientras critican con dureza al lehendakari. Se quedaron sin Garoña gracias a la última negociación del PNV y ahora buscan escenarios de todo tipo, incluso internacionales, muy calculados, en plan redentor. No en Venezuela, ni en Cuba, pues su ideología les homóloga con Castro y Maduro, cosa que a don Manuel Irujo le sacaba de quicio, por lo que siempre repetía: “La diferencia entre ustedes y nosotros es que para nosotros todas las libertades son solidarias y para ustedes, solo aquellas afectas a su ideología, la del puño cerrado, con lo que me demuestran que los derechos humanos son solo un traje de conveniencia”.
Quizás por eso me he acordado estos días de Imanol Bolinaga, quien fuera alcalde de Bergara y viceconsejero de Turismo, y que todo esto lo tenía muy claro. Siendo senador, fue enviado por el PNV a Turquía para celebrar el Neu Roz con los kurdos, pero los turcos lo metieron en un calabozo y solo pudo salir de aquellas sucias cuatro paredes cuando sus carceleros le encontraron el carné de miembro del Consejo de Europa. Eso le salvó. En marzo de 2000, Bolinaga devolvió a la ministra Ana de Palacio la condecoración de la Orden del Mérito Civil por unas declaraciones que aquella había hecho contra los vascos demócratas. No se andaba con chiquitas y ante situaciones como estas sabía que no hay que hacerle la manicura al tigre.
Por eso, este pasado 25 de septiembre estuvo Mikel Burzako, del EBB, en el referéndum de autodeterminación kurdo que logró un espléndido resultado, aunque no haya sido reconocido. Repito la frase de Irujo: “Todas las libertades son solidarias”.
Y hablando de Kurdistán, en otoño de 1999 estuvieron allí el consejero Inclán con Iturrate, Solabarrieta y Basozabal, cuatro miembros del PNV, poniendo la primera piedra de una escuela y biblioteca de la operación Anfal en la provincia de Dohuk. Un par de años antes habían estado con el EVE para hacerles el mapa eólico del Kurdistán sur y llevaban un convenio con el departamento de Sanidad y la UPV para formación de médicos. También habían enviado bizkaibuses para las provincias de Dohuk y Arbi. Y es que las relaciones con el PDK y el gobierno autónomo del Kurdistán han sido muy estrechas desde siempre. De eso sabe mucho Xabier Ormaetxea, exparlamentario del PNV, que viajó allí en los días duros, cuando no tenían nada salvo las amenazas de Sadam Hussein, en tiempos en que el catalán Miquel Roca nos decía que mirásemos a arriba de Europa y no hacia abajo.
Recalco todo esto pues con Catalunya, el Kurdistán, Venezuela, el Sahara o Timor, el jelkidismo no tiene por qué recibir ni una sola clase de implicación democrática de una Sortu que, con el puño cerrado, símbolo de una ideología fracasada, como escucharon los de Portu, solo van a la confrontación y nosotros estorbamos.
El lehendakari Urkullu está haciendo y diciendo lo que tiene que hacer y decir un presidente abertzale que mira por su pueblo y por su convivencia y quiere lo mejor para Catalunya, no lo mejor para la CUP ni para el PP. Como decía el lehendakari Ibarretxe, que ponía el ejemplo del buey, pasos cortos, seguros, continuos. Y por nuestro camino. En eso estamos.