LA presencia hoy de Mariano Rajoy en la causa que enjuicia la primera etapa de la trama Gürtel (1999-2005) y en la que el PP está personado como partícipe a título lucrativo porque las empresas de Francisco Correa abonaron 245.492 euros para las campañas electorales, llega después de la declaración de los ex secretarios generales Francisco Álvarez-Cascos, Ángel Acebes y Javier Arenas en un juicio que ha discurrido paralelo a la celebración simultánea de dos comisiones de investigación tanto en el Congreso como en el Senado al objeto de analizar la financiación de partidos. La declaración del presidente del Gobierno, en esos años vicesecretario general, secretario general y presidente del PP, será la primera de un jefe de Ejecutivo en ejercicio y en una Audiencia Nacional blindada que deberá aclarar algunos puntos trascendentales en el proceso como quién decidió terminar en 2004 con las empresas de Francisco Correa, cerebro de la trama, después de que se hayan escuchado distintas respuestas: desde la del propio Rajoy, que asegura que se tomó en Génova, hasta la del extesorero Luis Bárcenas, que señala que fue Rajoy. El presidente del Ejecutivo español comparece como testigo, con la obligación de decir la verdad, y bajo un forzado halo de normalidad, según vienen describiendo su círculo más cercano en las filas populares. El relato del PP volverá a dibujar una escenificación en base al desconocimiento del actual máximo responsable de la formación y en seguir abonando la teoría de que los casos de corrupción conocidos son fenómenos aislados pero existe cierta incertidumbre sobre cómo Rajoy afrontará su propio testimonio desde los estrados a las preguntas de las fiscales del caso con la presencia en la sala del nuevo fiscal Anticorrupción o la flexibilidad del presidente del Tribunal, Ángel Hurtado, que podría dar cabida a otro procedimiento separado como el de la caja B del PP gestionada por Bárcenas y Álvaro Lapuerta, principio de fondo del proceso, más allá de la primera etapa de la trama Gürtel, tras la declaración de los ex secretarios generales. Nada especial hace pensar que la declaración del presidente español contribuirá con fundamento a la aclaración de responsabilidades, como así lo viene explicando en la construcción del relato su círculo político, ya que excusará su labor de aquella etapa en su trabajo exclusivo en el Gobierno como vicepresidente y ministro del Interior.