EL escándalo y la condena que causa la agresión el jueves en Bilbao a un ciudadano por un aficionado del Betis con antecedentes delictivos y conocido por su ideología de ultraderecha y sus actitudes violentas sobrepasa las que hubiese provocado el injustificable acto en sí mismo porque este se enmarca en una creciente espiral de violencia que en el entorno del fútbol desarrollan individuos de ideología extremista. No es la primera vez que Bilbao es escenario de actos de violencia -basta recordar los enfrentamientos protagonizados hace un año por ultras del Olympique de Marsella y aficionados bilbainos- que se perpetran bajo la excusa de los colores de un equipo; ni es el fútbol estatal el único -basta recordar los duros disturbios causados por hinchas rusos en la pasada Eurocopa de Francia- que se utiliza como excusa para la difusión de ideologías extremas y violentas y la captación de acólitos; pero sí es preciso destacar el exponencial crecimiento en el entorno de la Liga de movimientos ultras y, en consecuencia, de incidentes violentos. Y aunque no cabe duda de que los responsables primeros y últimos de esas actitudes son quienes las protagonizan, en muchos casos pseudodelincuentes que poco o nada tienen que ver con el fútbol, tampoco cabe eludir la cuota de responsabilidad que atañe a los clubes que han permitido la aparición de estos grupos, en algún caso alentada por la afinidad de sus propios directivos. No es imposible asimismo obviar la de la propia Liga de Fútbol Profesional (LFP) que dirige Javier Tebas por lo que se antoja cierta despreocupación ante un fenómeno que tras el asesinato en Madrid de Aitor Zabaleta (1998) parecía superado o cuando menos muy reducido y que, sin embargo, ha ido in crescendo durante su presidencia a pesar de la muerte, irresuelta ante la justicia, de Francisco J. Romero Taboada, Jimmy (2014). Ni la de los poderes públicos, ya que no todos ni siempre actúan con la diligencia y rigor demostrada en este último caso por el Departamento de Interior. Pese a ser cierto que las actitudes violentas también parecen extenderse en otros ámbitos y no son exclusivas del fútbol, la constatación de que este se ha convertido, en toda Europa, en escenario de un problema creciente y agravado, el de las ideologías extremistas y populistas, exige de todos pero especialmente del propio fútbol respuestas mucho más rotundas y decididas.