LA cadena de la historia la conforman los eslabones. La historia del nacionalismo vasco democrático también está formada por eslabones de una larga cadena de miles de mujeres y hombres anónimos que han hecho posible que el nacionalismo vasco democrático haya sido, y sea, columna vertebral y centralidad de la sociedad vasca. Es decir, y dicho de otra manera, que sea la columna vertebral de Euskadi, patria de los vascos. Miles de personas que nos han legado el testigo de una herramienta a trabajar para alcanzar el objetivo de la construcción nacional de Euskadi y su soberanía como Pueblo y Nación libre compuestos de mujeres y de hombres libres. Miles de personas anónimas que consagraron sus vidas y quehaceres para alcanzar un objetivo tan noble, legítimo y democrático como el de ser dueños de su presente y futuro a través de la acción política y el respeto a los Derechos Humanos. Un objetivo que parte de la realidad de la diferencia y de la pluralidad de la ciudadanía vasca, sin imponer y sin sojuzgar. El instrumento se llama PNV, que ha venido identificando los desafíos a futuro y que siempre ha trazado el perfil de la ruta a seguir. Un partido que cree en la nación vasca y que proclama que la Euskadi de los siete territorios es la patria de los vascos, el Pueblo más antiguo de Europa, que está a los dos lados de una frontera estatal y que quiere ser reconocido como tal nación que es, ni más, ni menos. Como tal.
Un PNV que nació con Sabino Arana hace más de un siglo como agrupación de vascos que, más allá de la no aceptación del despojo político e institucional practicado en el siglo XIX en nombre de la nación española, afirmaron el ser nacional del Pueblo Vasco y se unieron para la consecución de los derechos políticos inherentes a tal condición. Ha pasado de aquello un siglo largo. También cambios de todo tipo. Con el paso del tiempo, no todo sigue igual; la sociedad ha cambiado, la estructura demográfica, social, económica y cultural ha cambiado también. Las transformaciones en la composición y estructura del cuerpo electoral son enormes. Las circunstancias políticas mundiales y el propio entorno personal y social próximo y lejano del ciudadano definitivamente están cambiando muy significativamente; la globalización, los flujos de personas, las migraciones, los intercambios interculturales, la propia crisis económica-financiera que nos ha estallado y cuyas consecuencias futuras todavía nos son tan difíciles de prever cara al futuro... Nada volverá a ser igual. Lo único que no cambia es el cambio. Siendo esto así, el PNV hoy y aquí, el eslabón histórico del nacionalismo democrático vasco del siglo XXI, debe seguir conectando con la nueva sociedad civil que se está gestando. Un nuevo eslabón que no trata de renunciar a nada de lo sustancial. Un eslabón que, acorde con los tiempos y conservando lo sustancial y útil, trata de continuar canalizando los nuevos intereses e inquietudes de los nuevos ciudadanos de la nueva calle. Es más, la razón por la cual surgió el PNV se revalida de nuevo hoy y aquí en la defensa y la afirmación de una personalidad colectiva, la vasca, que se abre solidaria al mundo. El compromiso es seguir sintonizando esa voluntad política con los intereses actuales de la ciudadanía vasca. Reto apasionante. Reto colectivo. Reto de nación vasca.
Somos un eslabón más en la historia de este Pueblo. Historia pequeña e historia grande en la que todavía hay mucho por hacer, aspirar y conseguir. Somos un eslabón más en la historia y en el recorrido vital de un nacionalismo vasco que siempre ha dicho un sí rotundo a la vida, al diálogo, al respeto y que siempre ha negado el no, la muerte, el insulto y la confrontación por la confrontación. Un eslabón generoso y comprometido.
Un eslabón más en la historia de un nacionalismo que partió de los Arana, Luis y Sabino, seguido por otro Luis, Elizalde, sin olvidarse de los Kanpión, Aitzol, Lauaxeta, Lizardi, Kizkitza, Irujo, Landaburu, Ziaurriz, Galíndez, Rezola, Lasarte, Ajuriagerra, Uzturre, Sudupe, Arzalluz, Imaz, Urkullu, Ortuzar y de otros muchos y que ha llegado hasta nuestros días joven, animoso y lúcido, ilusionado y vigoroso cual columna vertebradora de la sociedad vasca. Un nacionalismo vasco integrador, firme y con visión de futuro como aquel que lideró el que fue primer lehendakari de los vascos, José Antonio Aguirre Lekube, y de los que le siguieron portando el testigo: Jesús María Leizaola, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe y el actual lehendakari, Iñigo Urkullu Renteria.
Somos un eslabón más en la historia de un nacionalismo vasco tolerante, no excluyente, entero, íntegro e integrador, solidario, de rigor, exigencia, solución, salvación y salida, no violento, sí firme, no ingenuo, optimista, no iluso, para vivir y convivir, activo y colaborador, civilizado, digno de nuestros mayores y de los descendientes, de aquellos que murieron en la guerra defendiendo la libertad y a Euskadi, de los caídos en la posguerra, de los perseguidos y fusilados, digno de este milenio y de la ciudadanía, del progreso, de la historia y la democracia, que nos mantenga como Pueblo y colectividad, consciente, con voluntad de perdurar, que construye puentes y no los dinamita, más que promesa, sueño y utopía; más que disciplina y organización, estructura e ideología; más que programa y orilla sin puente, horizonte lejano y espuma perecedera.
Para ello, estoy convencido de que este partido deberá seguir siendo, y será, el imán atractivo de los cambios sociales en Euskadi, asumiéndolos y adaptando su acción política en sintonía con las necesidades que las propias transformaciones generan. El presente y el futuro nos pide compromiso, un contrato renovado y modernizado con la sociedad vasca, vertebrador, transversal y respetuoso con personas con sentido de pertenencia e identidades diferentes. El presente y el futuro nos impele a buscar nuevos caminos a desbrozar para seguir construyendo nación cívica vasca. Se requieren ideas frescas y arriesgarse a la hora de seguir marcando la singladura en pos de la construcción de la nación vasca de siete territorios. Construcción transversal de la nación vasca, de Euskadi, que deberá basarse en la suma de voluntades y que crea las condiciones para que sigamos escribiendo de nuestro puño y letra nuestro presente y futuro. Apuesta entre diferentes, entre nacionalistas y no nacionalistas, que pasa por la mejora de la democracia, del funcionamiento de las instituciones, por ser conscientes del futuro mestizaje que ya está aquí, y que pasa por la acogida a los nuevos vascos, por interpretar en clave de acierto las preocupaciones de la sociedad y de sus más jóvenes, apuesta que pasa por hacernos atractivos en el aliento a las reivindicaciones nacionales vascas, hablo de soberanías compartidas en un mundo interdependiente.
Apuesta incluyente a un mañana compartido por diferentes, que reflexiona sobre el sentido moderno de las soberanías y de las identidades compartidas en un mundo globalizado, mirada a la sostenibilidad, al medio ambiente, las infraestructuras, la ordenación del territorio, el bienestar social, la economía, las energías renovables, la innovación, la educación, la cultura y el conocimiento. Bilateralidad y concertación, negociación y acuerdo, diálogo compartido y sincero que con todas sus limitaciones, imperfecciones, dificultades y ritmos diferentes desembocará en la nación vasca de los siete territorios en una Europa diversa. Es Burujabetza, Zazpiak Bat. La cadena. Katea ez da eten. Compromiso y generosidad con y para con Euskadi y sus personas. Generosidad y compromiso para con la ciudadanía vasca. Ekin eta jarrai. E zina ekinez egina.