La administración saliente y entrante ya colaboran para facilitar que a finales de enero, Donald J. Trump esté trabajando desde el Despacho Oval, tratando de cumplir su eslogan Make America great again. Una vez en el gobierno, Trump se decantará por nombrar a empresarios y expertos en el gobierno al igual que hizo Richard Nixon. Quizá trate de reconciliarse con establishment republicano que le puso la zancadilla más de una vez durante la pasada campaña electoral. Trump demostrará cuan perfecto es el sistema de poderes americano: muchas de sus estrafalarias propuestas serán frenadas en el Congreso, incluso por su propio partido; otras tendrán que moderarse y, en conjunto, no creo que haya un gran cambio, si bien es cierto que la actitud de Estados Unidos para con el mundo se caracterizará por un mayor aislacionismo, militarismo en casos puntuales y una realpolitick pura y dura, olvidando el buenismo de las administraciones demócratas. El gran cambio que quiere Trump es que las preocupaciones del americano medio, abandonado por este supuesto progreso económico, vuelvan a Washington. La globalización per se solo ha empobrecido a una masa general de trabajadores mientras que han sido pocos los beneficiados. Respecto a los que se manifiestan en la calle para protestar por los resultados, deben aceptar la democracia, o es que acaso solo su voto es el correcto. Sean demócratas y acepten la realidad, ha llegado la Trumpsición.
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