Los españoles patriotas ingenuos se sienten orgullosos porque en el Ibex 35 están empresas nacionales cuyo nombre da prestigio en el mundo internacional de las finanzas. Olvidan que están en manos de fondos de inversión que especulan con sus acciones para obtener plusvalías. En el Ibex gozan de tratamiento fiscal privilegiado que pervierte la libre competencia. Ignoran que los bancos de esta caverna son los que han provocado la crisis por lo que han debido ser rescatados con fondos públicos que han exigido recortes en los servicios sociales esenciales. Actúan de intermediarios eficaces para potenciar los paraísos fiscales donde los defraudadores demuestran su patriotismo. Son los que desahucian de sus hogares a familias sin recursos. También en el Ibex campan las eléctricas, responsables de la pobreza energética; las petroleras y gasistas, que aplican algoritmos perversos que incrementan los precios instantáneamente; grandes constructoras que aplican la acreditada picaresca española para elevar los beneficios. Muchas de estas empresas alimentan la corrupción que asombra en el mundo por su audacia y carencia de escrúpulos. Contribuyen a degradar la vida política financiando los partidos; corrompiendo con comisiones a políticos, colocando en sus consejos a altos cargos de la administración o políticos amortizados, que, con sus argucias facilitan la consecución de contratos públicos, con sentencias exculpatorias de los jueces, que son revocada por tribunales internacionales. En esas macrocausas, en las que están involucrados políticos y altos funcionarios, extrañamente, no aparece ningún consejero de esas empresas corruptoras. En realidad el Ibex 35 es la marca española del Cártel Internacional de las finanzas que provoca crisis y conflictos si así conviene, pero se pone de perfil ante las tragedias humanitarias en el Mediterráneo para salvar la civilización cristiana occidental.