¿Podemos gobernar España?, ¿Podemos hacernos oír?, ¿Podemos convencer a la juventud para implicarse en política? ¿Podemos suplantar a los partidos de la casta? Podríamos seguir con más podemos, podríamos haber contestado sí a todas las preguntas y a algunas más si se hubiese preguntado después de las elecciones europeas del 2014, pero ¿ahora? Problemas con Mareas, problemas en Madrid, líos en Valencia, desencuentros en Euskadi... ¡Bufff! En común Podemos, ¿con Juan Carlos Monedero? Para rematar, todos estos y otros problemas desembocan en el enfrentamiento entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias. No quiero decir que en el resto de los partidos españoles bajen las aguas mansas. En el PP, aparentemente todo es felicidad, triunfalismo, personalismo, unanimidad, risas y bailes. ¿Pero esto es lo cierto? ¿Esa es la realidad interna? Tienen imputados por todos lados, cada día salen más corruptos, más enfrentamientos entre lo que llaman la vieja guardia y los jóvenes, tienen a una Rita Barberá incontrolada. Así está la política en España, así estamos yendo a unas terceras elecciones... ¿y por qué no a unas cuartas? Acuerdos señores, acuerdos, negociaciones, consensos, cesiones, peticiones. ¿A cuántas reuniones ha asistido el PP? ¿Con quién o quiénes ha intentado llegar a acuerdo? ¿Con quién o quiénes ha negociado, ha cedido, ha consensuado?... Considero que el PP no tiene cintura política. Únicamente sabe gobernar con mayorías absolutas. Quisiera terminar como he empezado. Lo más triste, lo más preocupante, es hasta donde ha llegado Podemos.
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