Ante el triste, luctuoso y lamentable éxodo oriental que se está produciendo en Europa, estoy de acuerdo por obvio que debemos ayudar, colaborar, asilar, pero a quién ayudamos, a quiénes recogemos y por cuánto tiempo asilamos, cuáles serán los resultados a medio o largo plazo, cuáles son las pretensiones de determinados musulmanes, aceptarán nuestras culturas, costumbres, libertades y democracias, sean buenas o regulares. Quién garantiza que no haya igualmente infiltrados islamitas radicales que se valgan de esta desgracia, que no intenten con el paso del tiempo imponer su Ley Islámica; ya alguien dijo en su día que usarían nuestra democracia para a través de la misma destruirla. Ya se están alzando voces sociales, eclesiásticas y políticas en contra de este desplazamiento masivo e incontrolado, cuando además Europa atrapada en una crisis no cuenta con medios suficientes para atender a quienes en principio huyen de unas zonas en guerra que es donde debiera atajarse el problema y donde de verdad hay que colaborar para acabar con esos episodios bélicos donde se juegan muchos intereses. A mi juicio esta situación no es comparable a lo sucedido en nuestra guerra civil u otras similares dentro de la propia Europa, como quieren hacernos ver.

Pueden ser duras estas líneas o incomprendidas, que no xenófobas, pero es una realidad y un problema de compleja solución. Finalmente pienso, por qué tal éxodo no se produce hacia los Emiratos Árabes donde tienen similares culturas sociales y religiosas o por qué estos últimos no brindan su colaboración a sus hermanos musulmanes e islamitas como sería más lógico.