Las cosas de la salud, no dejan de espabilar la sesera de Simplicius. La ultima experiencia que da origen a este I+D+i, la tuvo cuando la ciencia le mandó hacerse una ecografía de vejiga, para lo cual tenía que beberse una hora antes del momento crucial, todo un litro entero de agua. No era pequeño esfuerzo para la escasa hidrofilia de Simplicius, pero supo comportarse como un chico mayor y una hora antes de la convenida estaba ya sentado en la sala de espera zampándose más o menos, más bien menos que más, casi toda una botella de litro y medio. Cuando estaba llegando la hora, con la vejiga a punto de reventar, una amable señorita salió a interesarse por la cantidad que había bebido, a preguntarle si podía aguantar y decirle que en cinco minutos se le atendería. Salió otra vez para volver va decirle que se le atendería en cinco minutos y a los cinco minutos de esa segunda vez, Simplicius a punto de explosión, escapó a dejar el litro en el más cercano mingitorio. Esta frustrante experiencia, lleva a Simplicius a preguntarse: ¿Por qué la radiología no inventa la ecografía seca? ¿Por qué no se inventa un procedimiento que en vez de agua, utilice aire comprimido? A Simplicius se le ocurre que al paciente, después de bien meado, se le podría enchufar una cánula y con una bomba de bicicleta, hincharle la vejiga, hacer el trabajo y soltarle pronto para que pudiera aliviarse con un espléndido pedo delantero o incluso, si le colocaran un silbato de frecuencia modulada a la salida, hasta tocar bellas sinfonías.