Estoy contenta. He escrito a Jueces para la Democracia y espero que me ayuden a resolver una cuestión legal en la que existen grandes dosis de ausencia de ética y muy probablemente de inconstitucionalidad. En un correo electrónico les enviaba una prueba documental del estudio jurídico que deseo remitirles, pero entiendo que están muy ocupados y cuando puedan sentarse a revisar el caso, me responderán. Estoy contenta, sí. Y espero estarlo más cuando me acepten el estudio. Me parece importantísimo que un grupo de magistrados quieran mejorar la calidad legal por la cual nos regimos los ciudadanos y me parece esencial también que los ciudadanos colaboremos con ellos en aquellas presuntas incoherencias jurídicas que observemos, pues conclusiones serias sobre lo estudiado fomentarían el uso del derecho a petición de posibles correcciones legislativas y a que ciertas personas que se mueven en vacíos legales muy oscuros hagan sus propias limpiezas de conciencia. Para cambiar el rumbo de un país que no funciona correctamente es imprescindible partir del derecho. Es del todo imposible que las cosas cambien a mejor de forma duradera y estable solo porque varíe el nombre del partido que se pone al frente del gobierno y el que se coloca en la oposición. Menos aún porque cuatro años después ocurra lo contrario. Tampoco cambiará a mejor el país con posturas reaccionarias o más liberales. El país cambiará cuando la legislación sea más flexible pero a la vez más exacta. Cuando las responsabilidades sean idénticas para gobernados y gobernantes y las arcas del Estado, hoy totalmente hipotecadas, se hayan repuesto, empezaremos a poder presumir de país.