La cosa está que arde. Los navarreros en el esplendor de su rabia se muerden los genitales y se hincan el aguijón en sus propias tripas. Los navarreros son una subespecie que se mimetiza desde los tiempos de la dictadura y copa todos los puestos institucionales con el apoyo, marketing y asesoramiento incondicional de la iglesia y del Opus Dei. La señora Barcina, que no es ni tan siquiera navarra, es presidenta del Gobierno de Navarra y de su partido (UPN), refugio de navarreros acérrimos, y habla de que la izquierda (el demonio con rabo) abertzale (patriota) ha ordenado a sus militantes colar a sus miembros en las instituciones forales. Hay que recordarle a esta señora de sonrisa ortopédica que está claro que los nietos e hijos de los abuelos franquistas están incrustados y mimetizados en todas partes de la Navarra foral: Gobierno, direcciones generales, sociedades públicas, ayuntamientos? y suma y sigue. Por eso Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el Partido Popular (PP) tienen tantos votos. El pesebre está garantizado por herencia. Y ahora, porque les han pillado metiendo la mano en la caja (Caja de Ahorros de Navarra y Hacienda) están armando un desmadre de guerra, danzas de antorcha y cuchillos largos en una demencia lúcida. El resto tararea canciones de novia, luce sonrisa solar a la espera de la ocasión de pasar página y olvidar el óxido de la rutina patriotera interesada, trabucaire y ladrona de guante blanco. El espectáculo está garantizado. No van a perder con galanura y los demás tendremos que hacer un ejercicio de manejo ético y gatuno del olvido: los gatos no se acuerdan de nadie. Respiraremos hondo, esconderemos el desorden para que otros no lo vean y olvidando las afrentas dormiremos en paz, sabiendo que aunque somos cuatro gatos somos una provincia estratégica, a pesar de ser anterior a España y a Europa. Cualquiera nos tose.
Daniel Ezpeleta