El título del último libro de Mercedes Milá, Lo que me sale del bolo, además de exhibir un ejemplo de mal gusto, es de un pretencioso infumable: la periodista, que va de enrollada, quiere seguir siendo esa terrible contestataria que dice lo que piensa. Pero lo cierto es que su programa sigue siendo la máxima expresión de la telebasura y además acaba de mostrar una mojigatería inigualable al expulsar a una concursante por hacer un chiste de ETA. Por cierto que, con esta decisión, Twitter por fin ha descubierto un lobby, el de las víctimas de la banda, que manda, y mucho, en los medios de Madrid.
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