La rumbosa Soraya Sáenz de Santamaría, voz del insigne Sr. Rajoy, presidente del Gobierno español, en tanto en cuanto se trate de justificar un incumplimiento más de aquel, irrumpe al postre (algunos privilegiados jubiletas alcanzan hasta para esa parte del menú) del 30 de noviembre y dice que nada de nada, que todos los pensionistas desistamos de nuestras previsiones de gastos extras, en la misma medida en que ellos suspenden las suyas, recogidas en los Presupuestos de 2012, que garantizaban la compensación por la desviación que pudiera producirse con respecto a la evolución real de la inflación.

Que de eso nada, que ese desliz, aunque lo ampare una ley, se enmienda con otra, y al carajo. O es que aparte de mayores, estamos lelos y no conocemos lo que es gobernar a decretazo limpio. Y comparece la susodicha vice después del Consejo de Ministros junto a su colega Dña. Fátima (de milagrera, nada), justamente la que nos envió aquella fervorosa carta el 3 de enero del presente, de cuya literalidad he extraído lo del compromiso de garantía compensatoria.

Soy sabedor de que todas garantías disponen de lo que reconocemos como letra pequeña y su atribución a este caso, al parecer, dependía del arbitrio de Bruselas, ejecutable obedientemente por el Gobierno de Madrid.

En ese mismo mes de noviembre pude leer unas declaraciones en prensa del parlamentario del PNV en Madrid y convecino de Deusto Sr. Aspiazu en las que mostraba su intuición de que el Sr. Rajoy incumpliera, nuevamente, una promesa más. Y el amigo Pedro, para lamento de todos, acertó.

Solo me queda pedir a Centros de Mayores, Asociaciones de Pensionistas y otros organismos de esta orientación, convoquen una actuación de protesta responsable y seria, que podría concluir simbólicamente con la quema de la carta a la que me he referido anteriormente

Se me ocurre una sugerencia: ¿por qué no se sustituyen las elecciones a Cortes por otras en que votemos a los prebostes que nos gobiernan desde Bruselas?