Estamos viviendo unos momentos políticos en los que sale a la luz y por fin se puede hablar sobre el tema sin duda tabú durante muchos años y sin exponerse uno a ser acogido por la Audiencia Nacional en sus amplísimos brazos. El fenómeno era muy claro, pero como la mies que caía del pesebre político era tanta y, por tanto, tan numeroso el ejército combatiente, nadie se atrevía siquiera a hablar de él por temor a ser sepultado por tanto profesional de la materia.
Al margen de los directa y desgraciadamente afectados por la existencia de ETA, una amplísima red de intelectuales, pseudointelectuales, expertos, politólogos, comentaristas y contracomentaristas, jueces y fiscales especiales y especializados, tenían casi como única tarea el decir la más gorda sobre el tema, eso sí, cumpliendo el guion que exigía, además de un ataque duro, agresivo y, sobre todo, insultante contra el nacionalismo, fenómeno arcaico, trasnochado, cosa de fanáticos que no han salido de su caserío.
Cuando ETA paró, de repente una tropa ingente de este ejército descubre que ya no interesa casi nada de lo que dicen y que incluso inmolándose a lo bonzo se hace difícil su salida a los medios. Lógicamente, este ejército no se iba desmovilizar tan fácil, solamente porque se lo pidieran los suyos (por fin, de nuevo en el poder), como ingenuamente creyó el PP, y han encontrado en el caso Uribetxebarria la munición que necesitaban, produciendo una profunda conmoción dentro del Gobierno.
En este contexto, debemos de estar preparados, puesto que en cuanto se repose un poco la guerra interna, todo ese cuerpo de ejército volverá la vista sobre Vascongadas y Navarra para dos actividades muy concretas. Una, al margen del poder actual, para ver si "haciendo lo que se pueda", que es mucho, se consigue que vuelva una ETA de "baja intensidad", que es lo que les permitía vivir tan confortablemente, tarea en la que ponen tanto empeño y es tan evidente su actuar, que fue objeto de específica denuncia en Colombia por el juez Garzón. La otra es mucho más peligrosa, puesto que ahí se implica el poder de modo expreso. No es ETA lo que en Madrid preocupa, sino el triunfo y sobre la posible unión del nacionalismo. Veremos si (PNV/Bildu; Bildu/PNV) unos y otros saben no desperdiciar esta oportunidad histórica, de avance y consolidación de un idea y sentimiento mayoritario en las urnas, para avanzar con decisión, y conociendo el pasado y quienes han sido parte de él, no incurrir en viejos errores.