Como muchos otros vizcainos venidos de todos los rincones de nuestra geografía, con gran ilusión la tarde del miércoles 28 me desplacé a Bilbao para asistir a ese magnífico encuentro de baloncesto entre el Bilbao Basket y el CSKA de Moscú.
Lamentablemente, por problemas de horarios y combinaciones a muchos no nos queda más remedio que coger el coche y debemos desechar el transporte público con todos los problemas que ello supone.
Nada más llegar a los aledaños de Miribilla nos encontramos con el desilusionante panorama de la escasez de aparcamiento, que no por esperado resulta menos frustraste y tras dar unas cuantas vueltas por la zona y viendo que la hora del partido se aproximaba, opté por estacionar el coche encima de la acera, como alguna otra vez en otros partidos he visto como hacen otros, comandando una fila de aparcamientos que se encontraba detrás, sin obstaculizar en ningún caso el paso de peatones, ni restar visibilidad a los vehículos que circulaban por la calzada y sin mucho menos pisar el paso de cebra que se encontraba unos metros por delante.
Tras disfrutar de un partido memorable, de esos que nuestra retina no podrá olvidar jamás y con una sonrisa de oreja a oreja que pensaba que nadie me iba a poder arrancar, al volver a mi vehículo me encuentro con la desagradable visión de un papel que parecía una multa en el parabrisas del coche. Mis temores se confirmaban al tiempo que comprobaba cómo otros vehículos también habían sido multados.
Mi indignación empezó a hacer acto de presencia cuando tras dar varias vueltas por las calles de la zona pude comprobar que cualquier coche mínimamente mal estacionado tenía el inconfundible papel de la multa fuese una molestia o no para peatones y vehículos.
Aquello parecía una cacería, hecha con el único propósito de recaudar dinero a costa de aficionados al basket que se vieron obligados a buscar donde dejar su coche en una zona que no parece estar preparada para absorber tanto vehículo como origina esta clase de partidos.
Mientras salía del Bilbao Arena no dejaba de pensar en lo mucho que me apetecía acudir al encuentro del viernes. Sin embargo, visto cómo se las gastan en esos lares decidí verlo por la televisión, ya que el dinero de la entrada lo he tenido que gastar en pagar la multa y no tengo ninguna intención de volver por Miribilla en una larga temporada.