Cada vez que entrevisto a Ramón Jáuregui, me acuerdo de Patxi López y sus consejeros, que llevan meses manteniendo un boicot informativo a Onda Vasca. El primero responde a todas las preguntas sin excepción. Los segundos escogen, dudan y finalmente descartan a quien pueda resultarles incómodo. Por no atender, ya hay hasta responsables de prensa que no se sienten obligados ni a coger el teléfono. Es una pena que la mediocridad del jefe sea una enfermedad contagiosa.