HAN sido tantos años de demonización sin matices de todo lo que fuera sospechoso, siquiera mínimamente, de pertenecer a la izquierda aber-tzale, de la política del todo es ETA, de promover, propiciar y exigir el aislamiento social y político de ese mundo y de su ilegalización, que el PP -condicionado, eso sí, por la brutal ofensiva terrorista que ha sufrido- se resiste aun en un nuevo escenario a espacios de distensión y normalidad. Pero una cosa es el partido y sus intereses más inmediatos y otra las vivencias y realidades a pie de calle. En cualquier caso, la sociedad vasca ya sabe a qué atenerse si finalmente el Partido Popular logra la mayoría absoluta en las elecciones generales del 20 de noviembre. La reacción de sus dirigentes al saludo y brindis de dos de sus concejales en el Ayuntamiento de Donostia con el alcalde Juan Karlos Izagirre es reveladora de la estrategia que tienen preparada en su cuartel general de Génova para abordar el conflicto vasco. Lo que en buena parte de la sociedad vasca es visto como un signo de normalidad y esperanza, amén de muestra de buena educación y civismo, para los dirigentes de la derecha española, incluido su presidente en Euskadi, Antonio Basagoiti, es una indignidad y un desvarío que obliga a la disculpa y a la petición de perdón a la sociedad española. Como ha dicho el secretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, es una imagen que "no representa" a su partido. Y no le representa porque la fotografía es un misil en la línea de flotación de su campaña electoral, por mucho que trate de reducirlo a un asunto ético, en la medida en que saludar a un representante "de los proetarras" es un gesto inaceptable, según los populares. No hay más que seguir la estela de las declaraciones que vienen realizando sus principales dirigentes estos últimos días para saber que la legalización de Bildu y su posterior éxito electoral en las pasadas elecciones municipales será empleado como munición contra el PSOE y su candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba. Para el PP, Bildu es la herramienta diseñada por ETA para regresar a las instituciones y quien piense lo contrario es un "indecente", tal y como calificó Mª Dolores de Cospedal al mismísimo Patxi López por no lamentar la legalización de Bildu. Ahora, cobra más sentido si cabe la advertencia lanzada por el PNV a la izquierda abertzale para que acelere el proceso y logre de ETA una declaración de cierre definitivo de la violencia antes de que tengan lugar las elecciones generales. El PP ha dado sobradas muestras de que su solución a este asunto no admite matices y pasa exclusivamente por la derrota incondicional de la organización armada. Todo lo demás son concesiones a ETA; por ejemplo, la legalización de Bildu. Revertir la situación expulsando a la coalición de la legalidad es el mejor reclamo electoral de Rajoy para lograr la cada vez más peligrosa mayoría absoluta el 20-N.