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Solidaridad entre periodistas

La batalla entre Carlos Carnicero e Ignacio Escolar se puede interpretar de dos maneras: como el enésimo conflicto dentro de la izquierda "socialista" (del PSOE) española de la que se beneficiará la derecha (del PP... y del PSOE). O como la evidencia de que Rubalcaba está soltando lastre bruscamente para desligarse de toda la herencia de Zapatero. En esto, como en todo, la suma de las dos interpretaciones puede ser la opción más acertada: de esta división también saca provecho el nuevo candidato del PSOE.

Los hechos en los que se basa este conflicto son muy fáciles de resumir groso modo (y como lo cuenta Carnicero): periodistas próximos a Zapatero instalados en los servicios de prensa de Moncloa y en RTVE creen conveniente la creación de un nuevo periódico progresista después de que el tradicional se haya mostrado desleal. Se implican en este nacimiento e involucran a un empresario que obtendrá beneficios a medio plazo. Proponen a Carnicero que dirija este periódico y él rehúsa. Más tarde se lo proponen a Escolar, que acepta. Años después, y sin saber muy bien cómo empezó todo, ambos periodistas se enzarzan en una pelea pública por medio de sus blogs y sus cuentas en Twitter, y acaba implicada hasta la mujer de Escolar, trabajadora de RTVE en la actualidad.

El relato empresarial-ideológico parece tan plausible como condenable resulta poner en duda la capacidad de María Maicas que, según Carnicero, podría obtener su puesto en el ente público por compartir su vida con Ignacio Escolar. Pero si algo ha resultado sorprendente es la reacción de la profesión y del "progresismo" (del PSOE) en general, que ha pasado de ensalzar a Carnicero a vilipendiarlo en cuestión de semanas.

La solidaridad de un periodista parece tan grande como la plantilla del grupo de comunicación en el que trabaja, se ensancha tanto como la popularidad y relevancia del periodista con el que solidarizarse, y es directamente proporcional a la distancia en la que se sitúan los compañeros con que necesitan ese gesto.

Así, Carnicero acusa a Escolar de mentir y los periodistas progresistas se lanzan a defender al segundo, buen contertulio en varios medios, mientras callaron cuando a Xabier Lapitz (menos conocido y trabajador de un grupo "local") le llamó "mentiroso" el lehendakari ante el pleno del Parlamento por consejo de otros periodistas. Y por supuesto, es mucho más fácil solidarizarse con los periodistas amenazados en el norte de México que con uno vasco al que tienen en el punto de mira desde las altas instancias políticas de Euskadi.

La solidaridad entre periodistas desaparece cuando el problema es de otros, aparece cuando se trata de los amigos y, sin embargo, se presenta como "universal". Pero ni todos los contertulios son toda la profesión, ni Internet son "los medios", ni cuando puede socavarse el progresismo del PSOE se pone en riesgo la confianza de la ciudadanía en la prensa. El día que el poeta mallorquín Gabriel Alomar avisó de que "a la larga, el mejor negocio es la honradez", muchos periodistas miraban hacia otro lado. Posiblemente, a su ombligo.