LA valoración de los resultados de las elecciones municipales y forales realizada 48 horas después por Patxi López en su condición de secretario general del PSE-EE -pendiente aún el análisis desde Lehendakaritza pese a la relevancia de los comicios en el entramado institucional del país- compendia la absoluta distancia y la total asintonía con el sentir socialmente mayoritario por los que vienen transcurriendo sus dos años largos de gobierno. Si la ausencia de una evaluación, siquiera pulcramente institucional, como primer representante del Gobierno vasco solo puede originarse en un vano intento de separar las innumerables carencias de la labor del Ejecutivo de la debacle socialista, lo que ya deja entrever una incapacidad para afrontar situaciones que es insostenible en quien ostenta la más alta responsabilidad política para con la sociedad vasca, los ejes de su análisis como máximo responsable del PSE denotan la tremenda dificultad de López para separarse del limbo virtual en que se encuentra a raíz del pacto con el PP que le permitió desalojar del Gobierno a la que era y ha vuelto a ser la primera fuerza política de Euskadi. El secretario general López es así capaz de emplazar al PNV a "aclarar si apuestan por el país, su avance y su modernización o por las siglas" cuando él preside el gobierno tras una apuesta por las siglas que, tal y como se ha demostrado, ha sido un lastre en el avance y la modernización del país y es capaz asimismo de sostener el absurdo de que el pacto que sirve para excluir al PNV no condiciona los acuerdos con los jeltzales en otras instituciones. El secretario general López es asimismo capaz de solicitar un congreso extraordinario del PSOE y justificarlo en "dar solución y respuesta a estos resultados" electorales silenciando que el PSE que él lidera ha obtenido en la CAV menor porcentaje de los votos emitidos que el PSOE en el Estado y que ha perdido más porcentaje de apoyos respecto a elecciones anteriores pese a lo que se atreve a indicar al PSOE que "debe entender bien el resultado y saber bien qué han dicho los ciudadanos" sin haber entendido él mismo lo que de forma nítida le ha dicho la sociedad vasca. El secretario general López incluso osa pedir "un proyecto" cuando dos años después el gobierno que preside carece de uno específico y ha incumplido o no afrontado tres cuartas partes de aquel con el que teóricamente se presentó a las elecciones en 2009. El secretario general López -o quienes le rodean y adulan- es finalmente incapaz de cuestionarse a sí mismo, de plantearse siquiera si su liderazgo responde a la exigencia de aquellos a quienes pretende representar y, en definitiva, añadió ayer a su cuestionado acceso al Gobierno, a su cuestionable ejercicio en el mismo y a su debacle electoral otra razón para poner fin a su presencia al frente de la primera institución de la CAV: la evidente incapacidad para discernir la realidad del país y, por tanto, sus necesidades.