POR encima de pactos interesados y de ficciones políticas, la realidad -la verdad desnuda, como bien reza el lema de la nueva campaña de imagen de DEIA- sigue siendo tozuda. Es la principal conclusión del sondeo que publica este fin de semana DEIA y que evidencia a las claras la percepción social de los pactos que han hecho posible la llegada de Patxi López al poder. No en vano, algo más de la mitad de los encuestados por la firma Gizaker valora como "muy negativo para el país" el acuerdo entre el PSE y el PP que da cobertura al actual Gobierno López (50,1%) y únicamente un 15% lo llega a considerar "muy positivo". Existe, asimismo, una percepción muy generalizada de que ambas formaciones intentarán extender su acuerdo a las diputaciones y ayuntamientos que se constituyan tras las elecciones del 22 de mayo (el 64,4% opina que sí), un dato sin duda incómodo para los socialistas vascos que han hipotecado gran parte de su estrategia política en tratar de convencer a la opinión pública de que están libres de ataduras y de que el escenario postelectoral va más allá de los populares. Puede que no sea casual, entonces, que la percepción de Patxi López como gestor y máximo representante del país sea tan baja (4,02 puntos) mientras los tres diputados generales y aspirantes a repetir en el cargo superan el aprobado. Ninguno de los líderes del resto de las formaciones que acuden a la convocatoria electoral supera el 3,5 de puntuación. Es también clarividente la visión de los encuestados sobre las posibilidades de la izquierda abertzale de presentarse a los comicios municipales y forales. La gran mayoría opina que tienen derecho a hacerlo (63%) pero una mayoría ha interiorizado que no lo podrán hacer (56%), una inmensa brecha que podría derivar en el cuestionamiento de las reglas de juego democráticas. Pero es ante todo relevante y significativo que, según el sondeo, la irrupción de la izquierda abertzale en las urnas no incidiría ni un ápice en la intención de voto del PNV, que mantiene sus apoyos o incluso los incrementa en los tres territorios de la CAV. La fortaleza y fidelidad del voto jeltzale -en algunos casos, como en Araba, por encima de una brutal campaña política y mediática con acusaciones sin pruebas de presunta corrupción- es tal que impediría, de hecho, que la virtual alianza entre socialistas y populares se trasladara a las diputaciones, por mucho que ambos partidos tengan intención -como así cree la mayoría de los vascos- de repetir la operación. Esta circunstancia explica a las claras el anuncio de las "dos lupas" puestas sobre las listas electorales para impedir la concurrencia de la izquierda abertzale, ya que solo su ausencia de las urnas podría darles el poder foral y municipal e impedir la grave merma de legitimación social que sufriría el Gobierno López al día siguiente del 22-M.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
