EL presidente del Gobierno español y líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, comunicó ayer públicamente lo que se venía especulando desde hace tiempo. Derrotado por la crisis y su pésima gestión, acosado de forma permanente e inmisericorde por el PP, abandonado a su suerte por su propio partido y por sus apoyos mediáticos y debilitado por su política errática basada en la improvisación, Zapatero se ha rendido. Abandona el barco, una nave casi a la deriva, en el peor momento, y anuncia que no será de nuevo candidato. Incluso en esta gestión de los tiempos a la hora de comunicar su decisión, el dirigente socialista ha hecho gala de su torpe y decepcionante forma de actuar y se ha dejado llevar por los acontecimientos dejando a su gobierno y a su partido -en estos momentos, una auténtica jaula de grillos- a los pies de los caballos. Finalmente, Zapatero ha desoído a quienes le aconsejaban que no anunciara aún su retirada para no poner a su gobierno en la complicada tesitura de un inquietante horizonte de todo un año de fuerte desgaste y de falta de credibilidad al estar liderado por un presidente que ha firmado públicamente su certificado de defunción política. Con el añadido de que, en este contexto, insiste en agotar la legislatura. Un panorama que dista mucho de ser un mero problema interno o una pequeña crisis que se salva con un recambio en las personas. La crisis económica, sin duda el principal problema en el Estado, sigue azotando con dureza y el paro alcanza récords históricos. Y todo ello, tal y como está la situación internacional, debe afrontarlo durante todo un año un gobierno sumamente débil y con una credibilidad por los suelos. Por si esto fuera poco, Zapatero deja al PSOE sumido en una gran incógnita, porque al abrir la puerta a las primarias alimenta de hecho la batalla interna, una lucha que se augura larga a no ser que todo el partido haga piña en torno a Rubalcaba para soslayar el debate. Una cuestión que tampoco está resuelta, ya que Carme Chacón ya se ha encargado de alimentar su posible candidatura, avalada por el PSC. Todo ello conforma un escenario en el que los socialistas quedan en una situación de extrema debilidad a las puertas de unas elecciones decisivas en las que el aparente avance imparable del PP puede empezar a hacerse realidad. La estrella de Zapatero se ha ido agotando a pasos agigantados en estas dos legislaturas. Ha pasado de un prometedor arranque que generó ciertas expectativas -la apertura del melón del debate plurinacional en el Estado, sobre todo en Catalunya y Euskadi, el valor de afrontar un siempre delicado proceso de paz en Loiola, la plasmación de algunos derechos civiles democráticos- a un balance final sumamente decepcionante, en el que ha ido dando tumbos entre el titubeo, la improvisación y la cesión a la presión de la derecha política y económica.
- Multimedia
- Servicios
- Participación