ES indudable que el PSE y el Ejecutivo que preside Patxi López adeudan a toda la sociedad que gobiernan -sería más exacto decir que pretenden gobernar- una explicación suficiente sobre la realidad última del Acuerdo de Bases suscrito con el Partido Popular para alcanzar el Gobierno hace ya dos años. Es manifiesto que deben esa explicación especialmente a quienes entonces votaron socialista y ahora se encuentran con que el gobierno que quisieron y no fueron capaces de alcanzar por sí solos no responde a los principios y políticas que el PSE les había ofrecido sino a los principios y políticas de un partido, el PP, al que no votaron y al que, en muchos casos, nunca votarían precisamente por las políticas que defiende. Se antoja evidente también que la decisión de los dirigentes del PSE de echarse en brazos del PP con el único fin de alcanzar el Gobierno obviando y desplazando a la fuerza triunfadora de aquellas elecciones se tomó tras sopesar el nivel de dependencia que dicha decisión conllevaba hasta el fin de la legislatura. Lo contrario hubiese sido carente de prudencia e inteligencia políticas. Era predecible, por otro lado, que esa dependencia iba a condicionar al gobierno y la gobernabilidad de Euskadi, por cuanto cualquier iniciativa precisaría del apoyo del PP y se podría entender ya de antemano que las políticas de López iban a estar condicionadas por las de Antonio Basagoiti. Sin embargo, el Acuerdo de Bases no ha impedido que esas políticas del Gobierno López no sean compartidas y sí criticadas en todos los ámbitos de gobierno por el partido de Basagoiti, especialmente interesado en separarse de una gestión que resulta, que solo podía resultar, nefasta porque el pacto PP-PSE no podía producir un gobierno cohesionado ni un gobierno coherente ni, mucho menos, un gobierno que respondiese a las necesidades de la sociedad debido a la previsible presión de planteamientos alejados de los deseos mayoritarios en cuanto que pertenecientes a una fuerza con solo el 14% de los votos. Es obvio que el PSE también debió intuir todo ello antes de aceptar el apoyo que le brindaba el PP con la excusa de una coincidencia "prepolítica", la postura frente al terrorismo -que en todo caso siempre había presentado matices-, y el objetivo de disfrazar la realidad de Euskadi y potenciar su uniformidad y su unidad con el Estado. Pero optó por el Acuerdo de Bases con el PP pese al antecedente de supeditación en esa materia "prepolítica" que le había supuesto a nivel estatal el Pacto Antiterrorista. La decisión socialista de congelar la iniciativa que pretendía presentar en el Parlamento sobre Sortu ante la amenaza del PP, confirma la total cautividad del socialismo, preso del frente constitucionalista, más allá de su gobierno e hipotecado incluso en su opinión respecto al principal anhelo de la sociedad, la paz. Sí, es evidente: el PSE y Patxi López deben una explicación.
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