los sindicatos y trabajadores de todo el mundo celebraron ayer el tradicional Primero de Mayo, caracterizado este año por el brutal impacto que la crisis económica y su más dramática consecuencia, el paro, está teniendo en sectores cada vez más amplios de la sociedad. Ello, pese a que en una maniobra que sólo se explica por intereses políticos, la Administración española adelantó ayer mismo -un día festivo- que la previsión del desempleo del mes de abril que se hará oficial el próximo martes contiene un descenso, por primera vez desde julio de 2009, de 24.000 personas en todo el Estado. Datos que contrastan llamativamente con la Encuesta de Población Activa, que arroja un aumento del paro en el primer trimestre y sitúa la tasa de desempleo en cerca del 20%. En cualquier caso, el drama de los más de cuatro millones de parados y la difícil situación económica han marcado las movilizaciones sindicales. En Euskadi, la central mayoritaria, ELA, dejó bien claro su mensaje, lanzado por su secretario general, Adolfo Txiki Muñoz. Un mensaje eminentemente político -reconocido por el propio Muñoz- y dirigido muy directamente a un partido, el PNV, a quien exigió que no apoye las políticas sociales del Gobierno de Rodríguez Zapatero. "Ningún partido de ámbito vasco debe acompañar al Gobierno de España en esta lesión de derechos laborales y sociales y en la centralización de la negociación colectiva. Ninguna debe colaborar en la eliminación de la capacidad de decidir dónde negociar", proclamó el dirigente sindical. Es lógico que ELA -en coherencia con su trayectoria- critique duramente la política económica y las medidas que se prevén tomar desde Madrid en esta situación de crisis, sobre todo en el espinoso asunto de la reforma laboral. Y es también lógico y coherente que la central vasca reivindique, también en estos tiempos, el ámbito vasco de decisión, tanto para la negociación colectiva como para el diseño de políticas propias que, en consonancia con el nivel de autogobierno de la CAV y de Nafarroa, redunden en un sistema más justo y fructifiquen en un mayor nivel de bienestar para los ciudadanos. Sin embargo, ELA también debe cuidar sus ámbitos. "Ahora más que nunca, sindicato", anunció Txiki Muñoz. Bien está que la central reivindique su papel, pero su autoproclamado objetivo de ser un grupo de presión no debe llevarle a intentar marcar las políticas de otros. Tampoco de los partidos políticos. Ese es otro ámbito de decisión. Y proclamar que desde la lucha sindical se van a "deslegitimar" las políticas y los gobiernos que las practican y a quienes les apoyan suena excesivo incluso para ELA. Con todo, el Primero de Mayo volvió a transcurrir por los mismos cauces de los últimos años y la grave situación económica no ha movilizado a los trabajadores como se podría prever. Y ahí los sindicatos tienen un ámbito sobre el que reflexionar y actuar.
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