EL comunicado que hizo público ayer ETA no es, ni de lejos, el que esperaba la sociedad vasca. Tampoco esta constatación ha sido una sorpresa, ya que la organización armada nos tiene acostumbrados con cansina frecuencia a este tipo de ejercicios. Una vez más, los partidos políticos han realizado una gélida acogida a esta nueva declaración. No es para menos porque no contiene grandes novedades y, sobre todo, no responde a la demanda constante y cada vez más clamorosa de que ponga fin de una vez por todas y para siempre a su actividad violenta. ETA vuelve, por tanto, a decepcionar. Una decepción que se produce tras sucesivas decepciones, la mayor de las cuales, pese a toda la palabrería escuchada a lo largo de meses, ha sido la cruel realidad de que la organización terrorista mantiene plenamente su actividad y sigue matando, en esta ocasión a un gendarme francés. ETA, por tanto, ha vuelto a desoír a la inmensa mayoría de la sociedad vasca, incluida gran parte de la izquierda aber-tzale, que le exige su fin. Se trata del primer comunicado de ETA desde que la izquierda abertzale ilegalizada hiciese pública la conclusión de su debate interno, materializada en el documento Zutik Euskal Herria. Buena parte de la ciudadanía estaba expectante ante la respuesta que la banda iba a dar a este emplazamiento -en principio claro- a la utilización exclusiva de vías pacíficas y democráticas. Bien, pues su respuesta sigue siendo la misma de siempre: ni siquiera menciona el documento, ignora el emplazamiento y se dedica a equilibrios dialécticos, ambigüedad, crípticos mensajes de consumo interno... pero ni una palabra sobre su adhesión incondicional a los principios Mitchell que la propia izquierda radical le ha puesto como alfombra roja para que entre al juego democrático pacífico. Quizá lo más llamativo es que el propio comunicado llega a tal punto de contradicción que dice, casi al mismo tiempo, una cosa y su contraria. Habla de su disposición a dar pasos para favorecer "el cambio político" -sonsonete ya conocido y que sirve para cualquier cosa- y su voluntad de "resolver el conflicto" pero se vuelve a arrogar una "tarea" política que nadie -ni la izquierda abertzale- le reconoce ni la sociedad está dispuesta a darle para alcanzar "una formulación consensuada" para que la ciudadanía vasca decida su futuro. Para alcanzar consensos están los partidos políticos, no ETA. No es su "tarea". Y la izquierda abertzale deberá volver a recordárselo, porque esa sí debe ser su labor. Además, se atribuye también la capacidad de hablar en nombre de la izquierda aber-tzale al responder directamente a la cuestión planteada por Pérez Rubalcaba, que le emplaza a elegir entre "votos o bombas". Según dice ETA, la izquierda abertzale ha elegido "alto y claro: "votos". Algo no creíble porque para eso debe asumir que los votos son radicalmente incompatibles con seguir matando.