Parece ser que nuestro consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares, sentenció, refiriéndose a la izquierda abertzale: "Si realmente quieren hacer política, sólo tienen dos opciones: o bien desaparece ETA o bien son ellos los que se independizan de ETA y apuestan por hacer política y sólo política respetando las reglas del juego, los Derechos Humanos y la legalidad".

Quisiera comentar un par de ideas expuestas. La primera expresa una incoherencia entre lo exigido y lo cumplido, algo así como "consejos vendo pero para mí no tengo". Me refiero a la exigencia de cumplimiento de los Derechos Humanos. Y lo dice un representante de un Estado que ha sido recriminado reiteradas veces por el Comisionado de las Naciones Unidas y por Amnistía Internacional por incumplimiento de los mismos.

La segunda idea del consejero que quiero comentar me parece propia de alguien que o bien necesita reflexión antes de pronunciarse o bien es que lo hace conscientemente para maleducar.

Me refiero a la idea "si realmente quieren hacer política, ETA tiene que desaparecer". Es decir, que si yo estoy en la cárcel por no haber dicho nunca a mi amigo que es un delincuente, que deje de delinquir o que desapruebo lo que hace, podré salir de la cárcel si ese amigo, por su propia voluntad o por la fuerza, deja de delinquir. ¿Merezco salir de la cárcel sólo porque mi amigo ha decidido ser un ciudadano de provecho, aunque no se lo haya pedido yo o no le haya reprochado aún sus acciones? Esto es lo que se desprende de las palabras del consejero Ares. Pues lo que significan sus palabras es que yo estoy castigado en la cárcel por las fechorías de mi amigo y por mi silencio. Es decir, como chantaje.

¿Es así como vamos a mejorar la educación de los jóvenes, dando palos, bien desde la superficialidad o desde la perversidad, a la lógica, a la razón, a la democracia y a la ética? Algo de razón tenía Platón cuando exigía a los gobernantes que fueran sabios en conocimiento y en virtudes. ¡Luces, por favor!

Mikel Casado

Bilbao