TREINTA años después de la aprobación en referéndum del Estatuto de Gernika, lo que fue un punto de encuentro entre diferentes sectores ideológicos del país se presenta cada vez más como un motivo para reeditar un intenso debate. Hoy, 25 de octubre, es para algunos partidos una jornada de celebración; para otros, en cambio, se trata de un motivo para la denuncia por el incumplimiento y de reivindicación de mayor autogobierno, mientras que otros insisten en denostar una vía por la que nunca apostaron. Todo ello debería convertir este día, por encima de cualquier otra cosa, en una jornada de reflexión. Reflexión por parte de todos, pero principalmente por parte de aquellos que no han mostrado en los últimos años predisposición alguna a ese ejercicio tan sano en democracia. En efecto, los actuales adalides del mermado Estatuto de Gernika, PSE y PP, han rechazado en Euskadi, y en las Cortes españolas cuando las fuerzas nos les han llegado aquí, cualquier debate para revisar y actualizar un marco jurídico-político que no llena a la mayoría política y social del país. Su postura inmovilista ha quedado patente estos días, durante el debate público en torno al 30 aniversario. Las andanadas lanzadas contra el PNV y el resto de los partidos de la oposición en el Parlamento Vasco por no sumarse a la celebración de un pacto incumplido no son sino una triste puesta en práctica de la política del avestruz. Al criticar a PNV, Aralar, EA y Ezker Batua no están haciendo sino poner de manifiesto que el punto de encuentro hoy no es tal. Y podrán censurar con toda la fuerza mediática que quieran las reivindicaciones de estos partidos, pero eso no cambiará la realidad: el estancado Estatuto que los constitucionalistas aplauden no es hoy suficiente para la mayoría de los ciudadanos vascos, representados por esos partidos y no representados por la izquierda abertzale ilegalizada. La jornada de hoy, por tanto, debe dar pie a la reflexión y también a un ejercicio de responsabilidad. El lehendakari Patxi López no puede cerrar los ojos para no ver por qué y cómo ha llegado a la presidencia de Gobierno vasco. No lo puede hacer cuando dice hablar en nombre de todos los vascos. Hoy no habrá representantes de todos los vascos en Ajuria Enea. La mayoría estará fuera de ese acto de celebración. Esta realidad no se soluciona con un simple "vengan ustedes al redil". Los partidos que denuncian el incumplimiento estatutario, y que quieren abrir un debate para ir hacia un nuevo marco de relación de Euskadi con el Estado, no lo hacen por capricho o por desgastar al Ejecutivo del PSE y PP. Lo hacían ya cuando gobernaban, y también entonces PSE y PP cerraban los ojos o miraban a la tabla de salvación de Madrid. El 25-O no podrá ser el Día de Euskadi mientras la mayoría de los vascos se sienta defraudada con lo que hoy representa.
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