Son los llamados consejeros, y un artículo publicado en la revista CABI Human-Animal Interactions les proporciona nuevas perspectivas a tener en cuenta en su práctica cuando trabajan con clientes que sufren la pérdida de su mascota. La investigación destaca cómo durante la pandemia del Covid-19 hubo más oportunidades para que las personas pasaran más tiempo con sus mascotas, confiando en ellas para ayudar a mantener una sensación de normalidad y proporcionar seguridad durante los períodos de aislamiento.

La doctora Michelle Crossley, profesora adjunta del Rhode Island College (Estados Unidos), y Colleen Rolland, presidenta y especialista en duelo por pérdida de mascotas de la Association for Pet Loss and Bereavement (APLB), sugieren que las mascotas desempeñan un papel importante en la vida de sus cuidadores. Sin embargo, añaden que el duelo por la pérdida de un animal de compañía sigue estando desprovisto de importancia en la sociedad.

“Las percepciones de juicio pueden llevar a los individuos a llorar la pérdida sin apoyo social –se lamentan–. Uno de los objetivos del nuevo estudio es proporcionar a los asesores perspectivas a tener en cuenta en su práctica cuando trabajen con clientes que tienen apego a sus animales de compañía. También pretende reconocer los beneficios terapéuticos de trabajar el proceso de duelo hasta su resolución como una forma de continuar el vínculo con una mascota fallecida”.

Las investigadoras afirman que el estigma asociado al duelo por una pérdida puede complicar el proceso de curación y que los asesores esperan ver más clientes que quieran hablar de su duelo.

Añaden que, si bien la empatía puede resultar más natural cuando se habla de la pérdida de un ser humano, hay otros tipos de pérdida que no se reconocen ni reciben una atención similar por parte de la sociedad. Entre ellas se encuentran la muerte por suicidio, la pérdida de un embarazo o de un matrimonio, la muerte por Sida y la muerte de una mascota.

Por su parte, Rolland afirma que, “cuando las relaciones no son valoradas por la sociedad, los individuos son más propensos a experimentar un duelo sin derechos tras una pérdida que no puede ser resuelta y que puede convertirse en un duelo complicado”. “Los principales objetivos de este estudio son proporcionar a los asesores un aspecto a tener en cuenta en su trabajo terapéutico con los clientes que se enfrentan al duelo y a la pérdida, y presentar diferentes factores que pueden influir en la forma en que se sufre la pérdida de una mascota”, explica.

Crossley y Rolland sugieren ahora que disponer de un espacio seguro para hablar de los significados asociados a la relación con el animal de compañía es beneficioso para superar la pérdida en un entorno de apoyo, lo que lleva a la resolución del dolor de la pérdida.

Voz y espacio

La doctora Crossley añade que, “cuando una persona pierde un animal de compañía puede ser una experiencia traumática, sobre todo teniendo en cuenta la fuerza del apego, el papel que el animal desempeñaba en la vida de la persona, así como las circunstancias y el tipo de pérdida”.

“Dar voz a las personas que sufren una pérdida sin derecho es una de las formas en que los asesores pueden ayudar a los clientes a superar la pérdida de una mascota. También es importante integrar el trabajo sobre la pérdida de mascotas en las intervenciones de asesoramiento y las estrategias de afrontamiento que ya se utilizan en el espacio terapéutico”, añade.

Las investigadoras creen que tanto las sesiones de asesoramiento en grupo, en persona, como las salas de chat basadas en la web, pueden funcionar como espacios de curación para quienes están atravesando el duelo. Los asesores también pueden involucrar a los niños y adultos que se enfrentan a la pérdida de una mascota proporcionándoles material y espacio para pintar, dibujar o utilizar figuras para sacar sus ansiedades y miedos sobre la pérdida, afirman.

En conclusión, ambas expertas sostienen que comprender el proceso de duelo de los propietarios de mascotas puede preparar mejor a los profesionales para fomentar espacios sin prejuicios en los que los clientes puedan sentirse abiertos a mostrar su dolor.

Además, ofrecer empatía y validar los sentimientos que cualquier tipo de pérdida de un animal de compañía puede generar en los clientes puede conducir a un intercambio más abierto entre la comunidad que mejore el proceso de curación y a un posible cambio social en el reconocimiento del duelo por la pérdida de un animal de compañía como una experiencia normativa.