Y no sólo esto, sino que deben enfocar sus pensamientos hacia una inevitable decadencia que les prepare para la finitud. Afortunadamente, el autor del ensayo Las grandes ventajas de envejecer desmitifica estas desalentadoras creencias con sólidos argumentos basados en su experiencia profesional y expertos especialistas. 

¿Qué se puede hacer para que las personas que se acercan a la vejez no la perciban como una inquietante decadencia, con miedo al vacío social, a la tristeza, a la soledad, a la enfermedad, a la dependencia, y a la incertidumbre de su futuro. O lo que aún es peor: sentirla como la antesala a una muerte inevitable? La mejor respuesta a este largo interrogante se encuentra en este libro que muestra en sus páginas cómo combatir los miedos de la vejez y seguir disfrutando de la vida. La conocida abogada Cristina Almeida, prologuista de la obra, aborrece ese prejuicio de la sociedad que, por lo general, considera a la gente de edad avanzada como “aparatos de desecho” con una obsolescencia programada, como si de frigoríficos se tratara: cree que es necesario descubrir que la vejez es vida y se debe iniciar otro proyecto de vida, “donde se excluya la soledad como tristeza y ésta llegue a ser a lo mejor la mayor compañía.”.

En una sociedad tan obsesionada por la juventud nada es tan perturbador como hacerse viejo. Y, a pesar de ello, la gente sigue envejeciendo inexorablemente a diario. Desde que nace. Pero es a partir de cierta edad, especialmente cuando los seres humanos alcanzan el estatus de jubilado, cuando comienzan a asaltarles algunos problemas psicológicos y sociales –aislamiento, soledad, falta de respeto, desprecio, enfermedades, miedo a la muerte, etcétera– que han de afrontar sin que nadie antes les preparase para ello, ni ellos mismos se percataran de que debían de haberlo hecho. Se trata de mitos, ritos y prejuicios sobre el envejecimiento que provienen de una gran parte de la sociedad que ellos mismos construyeron y que lo etiquetaron así: la edad de la obsolescencia. Sí, es cierto que con la edad se pierde algo de velocidad mental y fuerza física, pero esas pérdidas se pueden sustituir por sabiduría y viveza que nada tienen que ver con la caducidad del yogur o la vida de un electrodoméstico.

Se sigue creciendo…

Nadie envejece. Lo que el ser humano hace siempre durante todo su tránsito vital es seguir creciendo. No es un eufemismo. Se trata de cambiar radicalmente de actitud ante el envejecimiento. Para alejar del pensamiento los irracionales prejuicios que muchas personas de avanzada edad mantienen, las páginas de este libro ofrecen un verdadero antídoto terapéutico que no conoce edad ni barreras. Este transcendental cambio de actitud se consigue estimulando el cerebro con las múltiples y grandes ventajas psíquicas, físicas, sociales, culturales y sexuales que ofrece la vida, refrendadas por la comunidad científica. 

Desde cómo gestionar la libertad, como nuevo proyecto de vida, hasta recuperar las verdaderas claves de la creatividad, la curiosidad, la salud, las relaciones sociales, el sexo, las emociones y, en suma, descubrir nuevas formas de mirar la vida con un continuo crecimiento intelectual gracias a la estimulación cognitiva. Hay muchísimas cosas que hacer y ninguna de ellas es quedarse siempre en casa viendo la televisión o acudir a sentarse en un banco del parque para dar de comer a las palomitas. Tu cuerpo envejece sin tu permiso, de acuerdo, pero tu espíritu envejece sólo si tú se lo permites. 

Las grandes ventajas

Las grandes ventajas empiezan por recuperar la libertad. Después de décadas de seguir las pautas de trabajo, llega el momento de conquistar uno de los bienes más preciados de la vida: la libertad. Dispones de un gran tesoro: eres dueño de tu tiempo y de tu propia vida. El destino está en tus manos para realizar tu nuevo proyecto de vida. Otra de las ventajas es ser consciente de poder gestionar tus propias emociones y las de los demás. Es parte de una sabiduría que se adquiere a través de la vida, sin Google ni Wikipedias. 

Asimismo, en contra de lo que pudieras parecer, diversos estudios confirman que la verdadera felicidad se alcanza cuando uno es viejo. En la vejez también se descubre que el verdadero secreto de la salud son las relaciones sociales. Y que uno se convence de la necesidad de cancelar las preocupaciones por falta de utilidad –si un problema tiene remedio ¿por qué te apuras–; y si no tiene remedio, –¿por qué te apuras?–. 

Por otra parte, la nostalgia moderada ayuda (mirar el ayer mejora el mañana) y los años no deben hacerte perder la curiosidad, una ventaja que nunca muere. La compositora Minna Keal, una de las compositoras más geniales, confesó a sus largos 80 años su intensa actividad: “Creí que estaba llegando al final de mi vida, pero ahora siento como si estuviera empezando. Es como si estuviera viviendo mi vida al revés”. (Lo cuenta Rosa Montero en La ridícula idea de no volver a verte). Sin olvidar hacer ejercicio físico en la medida que uno pueda, o vivir con buen humor (reír alarga la vida). Ni dejar de practicar el sexo (éste no tiene edad) o viajar. 

Esta obra planteada con rigor científico no está exenta de sentido del humor y es capaz hasta de apelar también a las pequeñas ventajas- Quién puede negar que la persona mayor siempre tiene un asiento libre en los medios de transporte público, que un cuba libre hace el trabajo de tres, que tu artritis te hace menos propenso a perder la alianza de tu boda o que una vez jubilado, ya nadie te puede despedir de tu trabajo. Y así, vivir hasta los cien años. A esa edad ya no tienes que guardar cola en ningún parque temático porque tus nietos ya tienen novia (o se casaron).

Cambiar el punto de vista sobre la etapa vital del envejecimiento es la clave para seguir creciendo.