“La clase trabajadora de Argentina votó a su verdugo sin saberlo”
El sindicalista argentino, perseguido judicialmente por su actividad, está en Euskadi para denunciar la situación que se vive en su país, agravada tras la llegada de Milei al poder
Federico Giuliani (Río Cuarto, 1975) es el secretario general de la ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) y la CTA Autónoma (Central de Trabajadores de la Argentina) de la provincia de Córdoba. Llegó el pasado 31 de octubre a Euskadi, donde permanecerá hasta Navidades. Ha encontrado refugio en Martin Etxea, el centro de acogida para personas defensoras de los derechos humanos perseguidas en sus países de origen ubicado en Gallarta. Vino tras pasar unos días en la cárcel con un brazo roto, después de ser detenido en el marco de una protesta pacífica ante un organismo municipal cordobés. Con su estancia en Euskal Herria, además de denunciar el acoso judicial que sufre, con siete causas abiertas en poco más de dos años, busca tejer redes de solidaridad y advertir al movimiento sindical vasco y europeo, en general, del peligro que conlleva el acceso de la ultraderecha al poder, como ha ocurrido en Argentina de la mano de Javier Milei. Se ha reunido esta semana con representantes de las centrales ELA y LAB y pretende implicar a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra, en la situación que padece.
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En primer lugar, ¿qué tal está el brazo que resultó fracturado en su detención, el pasado mes de agosto?
Estamos recuperándonos. Ocurrió en una protesta pacífica, en la que íbamos a reclamar comida para los compañeros de las barriadas populares a un organismo municipal de Córdoba. Era una movilización importante, con casi mil compañeras y compañeros. Y tuvimos una emboscada por parte de la Policía. Los jefes del operativo nos invitan a dialogar con un funcionario. Entramos 15 personas, entre ellas yo como secretario general de ATE y la CTA. Cuando vimos que la reunión no se iba a dar, que era una emboscada, nos quisimos ir y aparecieron cuerpos de seguridad especiales de la policía cordobesa. A mí, que me había entregado pacíficamente, me fracturan el brazo cuando me van a esposar. Paso 24 horas en un hospital público, con un brazo fracturado y el otro esposado en la cama, lo cual está prohibido por ley. De ahí me llevan a la cárcel de Bouwer, donde estuvo internado cinco días. Gracias a la movilización popular y a que incluso mi sindicato había convocado una huelga nacional, pude ser liberado. Hasta ahora estuvimos a la defensiva judicialmente por esta causa y las otras que tengo abiertas, que ya suman siete. Pero antes de venirnos para Euskadi denunciamos al fiscal Ernesto de Aragón por persecución, a los jefes del operativo policial y al ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quintero, por apremios ilegales, tortura psicológica y física e incumplimientos del deber como funcionarios públicos. Nos parece que era importante pasar a la ofensiva después de semejante represión.
Parece que la Policía no se anda con muchos miramientos. ¿Actuaba así antes de la llegada de Milei?
En mi sindicato, en ATE y la CTA, nunca nos fijamos en quién gobierna sino en defender los derechos del pueblo trabajador. De hecho, mi primera causa en Córdoba sucedió en abril del 2023. Era una marcha nacional contra el hambre y el presidente de Argentina era Alberto Fernández. Hemos estado en la calle antes y ahora con más énfasis porque por primera vez gobierna el fascismo con el voto popular. No les hizo falta una dictadura como en 1976.
“Para nosotros protestar es un derecho. Para ellos es un delito y de ahí la judicialización de los luchadores populares”
¿Cómo llega a encontrar refugio en Martin Etxea?
En mayo del 2024, Milei fue a Córdoba con la intención de firmar un pacto con los gobernadores. Lo que creía que iba a ser una caravana con la gente vitoreándolo terminó con él moviéndose en helicóptero desde el aeropuerto hasta el centro de Córdoba por el nivel de movilización y por la represión que ejerció la Gendarmería Nacional. Hubo 14 heridos de bala y goma. Y a mí a los tres días me allanan mi casa, me vuelven a imputar, me ponen una fianza de 8.000 dólares… A partir de ahí empezamos a ver claramente como una posibilidad la de venir a hacer incidencia al País Vasco a través de un contacto que teníamos con un compañero que vive en Centroamérica. La descartamos en ese momento, pero ahora, cuando salí de la cárcel después de haber estado seis días detenido, creíamos importante ante el hostigamiento respirar un poco. Y sobre todo venir a construir un aprendizaje político y humano haciendo causa común con el internacionalismo y llevarnos abrazos y solidaridad para el proceso que viene. Hoy las organizaciones que luchan en la Argentina somos pocas. La burocracia sindical se arregló, hablo de la CGT concretamente, y la agresión de Javier Milei a los sectores vulnerables ha logrado sectorizar y fragmentar las luchas. Esa es la autocrítica nuestra, no haber podido unificar en un mando común la pelea de los diferentes colectivos que sufren recortes: las personas con discapacidad, los jubilados, los trabajadores estatales, con 55.000 despedidos, los sectores desocupados que hoy pasan hambre. En ese contexto hicimos un par de reuniones, llenamos los requisitos y acá estamos en acogida en Euskadi para llevarnos toda la solidaridad que podamos, que a nosotros nos sirve mucho para lo que viene. Y es que lo que viene va a ser peor, porque Milei está envalentonado y viene a culminar la reforma laboral y tributaria, que va a llevar el régimen laboral casi a la época de la esclavitud y va a hacer que los ricos paguen menos y los pobres paguemos más.
“El movimiento obrero en Europa no debe ser pasivo y tiene que apostar por la unidad. Está a tiempo de revertir la situación”
¿Qué busca fundamentalmente con esta estancia en Euskal Herria?
Principalmente proyectar nuestra militancia al internacionalismo. Tenemos la obligación de visibilizar lo que está ocurriendo en la Argentina, no solo con el ajuste feroz que lleva adelante Milei, el fascismo como práctica política, la connivencia de todos los gobernadores argentinos en este proceso de ajuste al pueblo trabajador… También con la entrega de la soberanía de nuestra patria. Y a la par de eso, denunciar la criminalización de la protesta. Para nosotros protestar es un derecho. Para ellos es un delito y de ahí la judicialización de los luchadores populares. El que a mí, como secretario general de ATE del segundo distrito más importante de la Argentina, me hayan fracturado el brazo, me vengan persiguiendo desde hace dos años y haya terminado en la cárcel tiene como objetivo amedrentarme, pero sobre todo disciplinar a las bases, que dicen: Si esto le pasa al secretario general, que me va a pasar a mí si salgo a protestar por mejores condiciones de trabajo… La criminalización de la protesta y la judicialización no se van a evaporar. La conflictividad que existe en Argentina no solamente es sindical, es social porque hoy el 50% de los compatriotas es pobre. De ese 50%, la mitad no come en un país hecho de trigo y de pan que exporta alimento para 400 millones de personas. Que haya hambre es una inmoralidad y es un crimen.
Son siete los procesos en los que está inmerso desde 2023, una persecución que justo empieza con otro presidente, pero que en estos años de mandato de Milei se agudiza.
Sí, sobre todo con la actuación del fiscal Ernesto de Aragón, el mismo que me imputa las siete causas, el mismo que me quitó cuatro celulares, allanó mi casa, me mandó a la cárcel por la duda… Hoy Córdoba, como provincia, es un estado de excepción, hay un show de las prisiones preventivas. A vos te meten en cárcel por las dudas. Esos días que conviví con los internos comunes pude entender que el 60% de los presos en el sistema carcelario no tiene condena. Es una aberración jurídica que 6 de cada 10 presos esté preso por las dudas. Me tocó sufrir las condiciones de hacinamiento que hay, en un calabozo donde tenemos que estar dos personas estábamos cuatro. En el pabellón éramos 80 personas para dos duchas, no había agua potable, la comida es incomible y después está la tortura psicológica permanente que ejerce el servicio penitenciario. Todo eso me tocó vivirlo y estamos obligados a denunciarlo.
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Supongo que la reciente victoria de Milei en las elecciones legislativas habrá sido un jarro de agua fría importante para los colectivos progresistas de Argentina.
Sí, la verdad es que ha sido un golpe importante. De todas maneras, yo soy de los que creen que Milei no es una casualidad. Es un producto bien acabado de las corporaciones económicas argentinas, pero también extranjeras, yanquis y sionistas. Lo vinieron preparando durante mucho tiempo. La política, incluso el peronismo que aboga como doctrina por la justicia social, está muy alejada de la realidad de la gente. Y no hubo una autocrítica post-Milei del peronismo. Por lo cual, a mí no me sorprendió el resultado. Después, hubo otros elementos… El papel que jugó Donald Trump en los últimos días de la elección fue fundamental. Hubo una especie de voto del miedo a partir de la extorsión de Trump de decir que si no ganaba Milei Argentina saltaba por los aires y que los préstamos del Tesoro yanqui no iban a llegar. Que, por otro lado, es una deuda impagable. Si uno no entiende que acá en el medio hay entrega de territorio nacional, de soberanía y de recursos… El jefe del Comando Sur de Estados Unidos está visitando más la Argentina que cualquier otro país latinoamericano y ya anunció la instalación de una base naval militar en Tierra del Fuego. Y además hay que destacar es que hubo un gran ausentismo, por el descreimiento de la gente de que la política te va a solucionar los problemas de trabajo, comida, vivienda… Solo votó el 60% del padrón, es el número más bajo de la recuperación democrática.
“Estamos en acogida en Euskadi para llevarnos toda la solidaridad que podamos. Nos sirve mucho para lo que viene, que va a ser peor”
El avance de la extrema derecha que ya gobierna en Argentina está siendo firme y constante también en todos los países de Europa en los últimos años. ¿Cree que el movimiento sindical europeo debe ponerse las pilas ante esto?
Sí, cuando uno ve lo que hay detrás, espanta. Lo que tiene esto como novedad es que esa extrema derecha hoy es gobierno. Nunca lo había sido de esta manera con el voto popular. En el caso de la clase trabajadora, en Argentina votó a su propio verdugo sin saberlo, tal vez como espanto por lo que había pasado anteriormente. El motivo de que venga a Europa es que vean lo que está pasando en Latinoamérica. El movimiento obrero en Europa no debe ser pasivo. Hay que apostar por la máxima unidad, por construir mucho volumen en la calle para evitar que el fascismo gane y se haga gobierno. Me parece que está a tiempo de poder revertir esta situación, que es un retroceso para la humanidad en su conjunto. Unidad es la fórmula básica, pero que sea una unidad sincera, no solo para la foto y que después le sirva a algunos para negociar por abajo los problemas corporativos o puntuales de su sector.
¿Tiene miedo de acabar encarcelado cuando vuelva a Argentina?
No es miedo, porque plata y miedo nunca tuve. Tengo una familia militante, obreros de toda la vida, pero sí incertidumbre por mi familia. Yo tuve a mi viejo preso ocho años entre 1975 y 1983 y mis tres hijos tuvieron a su papá también preso político, el primero del gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, del Partido Justicialista -peronista-. Tuve la suerte de que, aunque fueron pocos días, mi hijo y mi familia me fueron a visitar al penal y me dijeron: dale para delante que te bancamos. Me dieron fuerza para seguir, pero claramente pienso en eso. Incertidumbre sí, por el hostigamiento permanente del fiscal De Aragón y de la Policía, que generalmente me amedranta en actos públicos o en la calle. Ante eso, la mayor fortaleza que podemos tener es tender puentes con distintas organizaciones y es la misión que traje.
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