Ucrania admite ya que el conflicto armado se encuentra en un punto muerto al haberse convertido en una guerra de posiciones tras 617 días de combates y casi cinco meses de contraofensiva, algo que Rusia niega con el argumento de que seguirá empujando en los frentes hasta alcanzar todos sus objetivos.

La guerra “en estos momentos se está convirtiendo gradualmente en una guerra de posiciones (...)”, escribió el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Valeri Zaluzhni en el semanario británico The Economist. Según el general, esto empezó a manifestarse en verano. Esta situación, conduce a la prolongación de la guerra y “conlleva riesgos significativos tanto para las Fuerzas Armadas de Ucrania como para el Estado en su conjunto”. “Además, es beneficioso para el enemigo, que está intentando por todos los medios reconstituir y aumentar su poderío militar”, alertó.

El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) advirtió que no es el momento para que Occidente disminuya su ayuda a Ucrania, porque provocaría un retraso en la llegada de armamento al frente y entorpecería la estrategia ucraniana, como ya ocurrió el año pasado, cuando la resistencia occidental a enviar el armamento moderno solicitado por Kiev retrasó la primera contraofensiva a otoño.

Zaluzhni incluso llegó a comparar la actual situación con la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial. “Al igual que en la Primera Guerra Mundial, hemos alcanzado un nivel de tecnología que nos sitúa en un punto muerto”, afirmó.

Admite que las tropas que dirige solo han avanzado 17 kilómetros desde que lanzaron la contraofensiva el pasado 4 de junio en la región oriental de Donetsk y la provincia sureña de Zaporiyia, ambas anexionadas ilegalmente por Rusia en 2022, pero recuerda que los rusos intentaron durante diez meses tomar la ciudad de Bajmut a fin de controlar una zona de 36 kilómetros cuadrados.

Zaluzhni admite que ha subestimado a Rusia al creer que podría detener el ejército enemigo solo “desangrándolo”. “Fue mi error. Rusia ha perdido al menos 150.000 soldados. En cualquier otro país este tipo de pérdidas hubieran detenido la guerra”. Pero no en Rusia, donde la vida no vale nada y donde el presidente Vladímir Putin se guía por las dos guerras mundiales, en las que el país perdió decenas de millones de personas, dijo.

Los planes ofensivos de Ucrania partían de un avance de 30 kilómetros al día superando también las extensas líneas defensivas rusas, que, en el caso de los campos de minas llegan en sectores importantes del frente a una profundidad de entre 15 y 20 kilómetros.

Dijo sarcásticamente que acorde a los manuales de la OTAN y sus cálculos, “cuatro meses (de contraofensiva) habrían bastado para llegar a Crimea, luchar en Crimea, volver de Crimea e ir y volver de nuevo” de la anexionada península ucraniana.

Para salir del punto muerto, para el general ucraniano es necesario ganar superioridad aérea; traspasar las barreras de minas en profundidad; aumentar la eficacia de la guerra de contrabatería y la guerra electrónica; y crear y preparar las reservas necesarias.

Rusia no ve estancamiento

El Kremlin por su parte rechazó ayer el análisis de Zaluzhni: “No, (el conflicto) no está en un punto muerto. Rusia continúa llevando a cabo su operación militar especial. Todos los objetivos establecidos deben alcanzarse”, dijo el portavoz presidencial, Dmitri Peskov. En opinión de Moscú, Kiev debe comprender que no puede ganar a Rusia en el campo de batalla. “Cuanto antes el régimen de Kiev lo comprenda, habrá más perspectivas (para una solución)”, concluyó Dmitri Peskov.