Los Acuerdos de Oslo, fijados como una primera piedra que consolidara un camino hacia la paz entre palestinos e israelíes, cumplen hoy 30 años desde su firma en un acto en la Casa Blanca en pleno aumento de la violencia y las tensiones sobre el terreno y tras haberse hundido poco después del citado acto, sin que los principales puntos se hayan materializado desde entonces.

Los acuerdos se firmaron el 13 de septiembre de 1993 en una cumbre en la que participaron el primer ministro de Israel, Isaac Rabin, el presidente palestino, Yasir Arafat, y el presidente estadounidense, Bill Clinton, siendo firmados por parte palestina por el actual mandatario de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, jefe negociador durante los contactos.

Los documentos contenían importantes compromisos, incluido el reconocimiento de Israel por parte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el reconocimiento de esta última por parte israelí, como representante de los palestinos, así como la creación de la Autoridad Palestina para asumir responsabilidades de gobierno en Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin embargo, estos acuerdos completaron su periodo de aplicación de cinco años sin que sus principales puntos se trasladaran sobre el terreno.

Los acuerdos contemplaban que tras este periodo las partes abordarían conversaciones sobre asuntos del estatus permanente, incluidas las fronteras, los refugiados y la situación de Jerusalén –considerada por Israel y Palestina como su capital–, si bien el asesinato en 1995 de Rabin a manos de un fundamentalista israelí y una oleada de ataques por parte del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en 1996 provocaron una congelación de los contactos. A pesar de ello, Israel y la Autoridad Palestina firmaron en enero de 1997 el Protocolo de Hebrón –que contemplaba la transferencia de la mayor parte de esta ciudad cisjordana a control palestino– y el Memorando de Wye en octubre de 1998 –tras una cumbre entre Arafat y Benjamin– estimaba la retirada de Israel de otros territorios palestinos.

Intifada

Una polémica visita del entonces líder de la oposición israelí Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en septiembre de 2000 derivó en el estallido de la Segunda Intifada, con lo que se dio al traste de sacar adelante un proceso de paz por las divergencias entre las partes.

De hecho, apenas unos meses antes se había celebrado en Camp David una cumbre en la que participaron Arafat y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, que concluyó sin acuerdo y con ambas partes presentando al público posturas muy distantes sobre las conversaciones, que intentaron repetir el éxito alcanzado en 1978 con los Acuerdos de Camp David, que supuso el acuerdo de paz entre Israel y Egipto.

Otras iniciativas

El golpe que supuso el fracaso de los Acuerdos de Oslo se ha visto seguido por las fallidas iniciativas de paz durante las últimas dos décadas, incluida la Iniciativa Árabe de Paz de 2002 y las conversaciones entre las partes en 2007, 2010 y 2013.

Asimismo, Abbas presentó un plan de paz en 2014 que contó con el rechazo de Israel y Estados Unidos, mientras que el impulso del expresidente estadounidense Donald Trump con la propuesta presentada en 2017 quedó en nada por el rechazo frontal de las autoridades palestinas al acuerdo del siglo, que incluyó a Jerusalén como capital “indivisible” de Israel.

La iniciativa de Trump derivó sin embargo en un impulso diplomático que se saldó en 2020 con la firma de los conocidos como Acuerdos de Abraham, que llevaron a la normalización de las relaciones entre Israel y Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Marruecos y Sudán, primeros países en alcanzar un pacto de este tipo desde Jordania en 1994.

Los contactos entre israelíes y palestinos continúan sin avances y en los últimos meses se ha registrado un repunte de la violencia y de los planes impulsados por el nuevo Gobierno de Israel –encabezado por Netanyahu y conformado por ultraderechistas y ultraortodoxos– para incrementar la construcción de asentamientos y anexionar territorios palestinos.

En corto

Muertos

Triste balance. Desde aquella soleada mañana en Washington, fruto de incontables horas de negociaciones secretas en la ciudad noruega de Oslo, israelíes y palestinos cuentan las muertes en miles –más de 10.000 palestinos y más de 1.500 israelíes–, los muros en kilómetros –más de 60 en la frontera con Gaza y más de 500 con Cisjordania ocupada– y los intentos de reconciliación en negativo.

En 2023, 225 palestinos han muerto en el marco del conflicto y 34 del lado israelí, en lo que se ha convertido ya en uno de los años más sangrientos.

Hándicap

Ultraderecha israelí. Uno de los hitos de estos 30 años de deterioro del conflicto tuvo lugar a finales del año pasado con la llegada al poder en Israel, de la mano de Benjamin Netanyahu, de partidos ultraderechistas de base colona que promueven abiertamente políticas racistas y la anexión de los territorios palestinos ocupados de Cisjordania. Además, todo ello, sumado a la escasa legitimidad del presidente de la ANP, Mahmud Abás, hace impensable cualquier posibilidad de revivir un proceso de paz que se encuentra formalmente estacando desde 2014.