Riad - La política exterior saudí se caracterizaba por la reflexión y la diplomacia, pero con su repentina intervención militar en Yemen, Riad ha roto con estos esquemas para apostar por la fuerza ante la pasividad internacional. Según los expertos saudíes, los gobernantes del reino wahabí adoptaron en las últimas décadas métodos diplomáticos y soluciones políticas para superar las crisis.
Por ello, la operación militar lanzada el pasado jueves por Arabia Saudí y otros países árabes contra el movimiento chií de los hutíes en Yemen se desmarca claramente de su tradicional política exterior, al tiempo que ha supuesto la regionalización del conflicto. “Arabia Saudí se cansó de esperar a que las instituciones internacionales actuaran en Siria, por lo que no quiso que se repitiera esa experiencia en Yemen”, opina el analista político saudí Ali al Wazir.
En Siria, cualquier resolución contra el régimen de Damasco ha sido vetada en el Consejo de Seguridad de la ONU por Rusia, lo que ha impedido una acción firme en el conflicto, mientras que en Yemen la mediación internacional tampoco estaba dando resultados. El experto opinó que, si Yemen cayera en manos de Irán, país al que se acusa de respaldar a los hutíes, esto sería considerado “una agresión a los intereses de Yemen y de Arabia Saudí”.
Para Al Wazir, Teherán no oculta sus ambiciones expansionistas e intentos de tomar el control de países árabes inestables, lo que ha precipitado la actuación saudí. También el analista Marzuq al Ali insistió en el detonante de la parálisis internacional y la amenaza de Teherán: “La arrogancia de Irán en la región fue afrontada con la pasividad de EE.UU.”, apostilló.
“La incapacidad de las organizaciones internacionales y la debilidad de la legitimidad mundial -prosigue Al Ali- fue lo que impulsó a Riad a proteger su seguridad e intereses mediante la fuerza militar”. El objetivo final de la intervención es impulsar el proceso político en Yemen mediante las instituciones del Estado, de acuerdo al análisis de Al Ali. En la ofensiva, que ha obtenido el beneplácito de potencias occidentales como Estados Unidos, participan Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos, Baréin, Catar, Egipto, Jordania, Marruecos y Sudán. - Efe