ex primer ministro de italia
roma
H IJO de un maestro de escuela, quedó huérfano cuando tenía un año y mantuvo hasta el final vívidos recuerdos de cuando el Papa pasaba en carroza por via Giulia o cuando su madre le daba 40 céntimos de lira para la merienda y se compraba los diarios Il Messagero y L'Osservatore Romano para leer las cosas que pasaban fuera y "así alargar el horizonte".
Profundamente marcado por los valores inculcados por su madre y por el padre Severino Tamburrini quienes le enseñaron a "respetar al prójimo" y a "no perder los nervios", Andreotti fue un católico practicante que acudía a diario a la iglesia del Gesu (jesuitas) o la iglesia parroquial, llamada Nuova.
Gustaba además de hacer donaciones y ayudar económicamente a los menesterosos en su propia casa o en la iglesia. Para el maestro de la persuasión "la fe es un regalo de Dios, que no la merece el que no la conserva", y aseguró que a la hora de combinar religión y política: "La vida no me exige, la religión sí y yo soy religioso".
Doctor en Derecho, y periodista desde el 1 de diciembre de 1945, Andreotti acudió diariamente a su despacho en el Senado a pesar de su avanzada edad.
Su carrera política la inició a los 20 años, en 1939, cuando empezó a frecuentar la Biblioteca Vaticana para realizar un estudio sobre la marina pontificia, lo que le permitió conocer al fundador de la Democracia Cristiana italiana, Alcide de Gasperi. "Me empujó mi curiosidad, mi pasión por las cosas prohibidas y empecé a entender la política, me apasionó y decidí colaborar con el partido", explicó a Efe.
Desde entonces fue nombrado ministro en diversas ocasiones, ocupando las carteras de Finanzas (1955-1958), Tesoro (1958-1959), Defensa (1959-1960, 1960-1966 y en 1974), Industria y Comercio (1966-1968), Balance y Desarrollo del Sur de Italia (1974-1976), y desde agosto de 1983 a julio de 1989, ministro de Asuntos Exteriores y siete veces primer ministro, aunque nunca llegó a ocupar el cargo de presidente de la República.
Apodado Belcebú, El Jorabadito o El Divino, Andreotti encarnó el político italiano por excelencia y digno sucesor de Maquiavelo. Los peores momentos de su vida los sufrió con los procesos que afrontó en soledad y abandonado por todos.