Bilbao
Diez millones de personas se están quedando sin alimentos en la región africana del Sahel, una dramática situación que hace inminente una nueva crisis alimentaria en el continente. Las organizaciones de ayuda humanitaria internacionales alertan de que, de no hacer nada para remediarlo, podrían repetirse en los próximos meses las imágenes de Somalia de 2011 en algunas poblaciones del desierto del Sahel, que se extiende desde Mauritania a Eritrea. La causa: las tardías e irregulares lluvias, la pérdida de cosechas y pastos así como la subida del precio de los alimentos. El más afectado es Níger, el país más pobre del planeta, donde la desnutrición infantil está rozando el 22%, afectando especialmente a los niños de 2 a 5 años, según la ONG Plan.
"La sequía y la plaga de langostas y otros insectos han reducido en un 25% la cosecha de este año. Además, está previsto que el retraso de las lluvias provoque el agotamiento de las reservas de la última cosecha antes de tiempo: a finales de marzo, tres meses antes de lo habitual", explica la organización. El país, con una media de siete hijos por familia, está experimentando un rápido y denso crecimiento demográfico para el que no existen reservas alimentarias suficientes.
Según Plan, Níger está al borde de una crisis alimentaria cuando la población aún no se ha recuperado de la difícil situación de 2010, año en el que las inundaciones y la sequía alternas provocaron escasez de alimentos -el año pasado, 300.000 niños tuvieron que ser atendidos por desnutrición-. En este empobrecido país africano, donde 5,5 millones de personas corren el riesgo de padecer hambre, a la difícil situación medioambiental se suma el regreso de casi 200.000 trabajadores que huyeron de la violencia en Costa de Marfil y Libia, lo que ha supuesto la reducción en los ingresos de muchas familias que dependían del sueldo de estos nigerinos en el extranjero.
El conflicto maliense Asimismo, otro conflicto está agravando también la situación en la zona: el que se vive en estos momentos en el norte de Malí y que ha expulsado a más de 200.000 personas a los países vecinos. Allí, en tierra de nadie, los refugiados no tienen comida y corren peligro de muerte. Al respecto, las autoridades de Burkina Faso han alertado esta semana de que más de 8.000 refugiados tuareg de Malí han llegado al país en los últimos días en una grave situación humanitaria. "Nos preocupa que esta situación agrave aún más el déficit alimentario que padecemos", indicó Boureima Yiougo, gobernador de la región voltense del Sahel, donde se concentran más de 4.000 refugiados.
En la misma línea, el responsable de Asuntos Humanitarios de la Cruz Roja voltense, Modeste Konkobo, explicó a Efe que "la situación humanitaria es muy complicada, porque muchos de los refugiaos duermen al raso" y necesitan asistencia inmediata porque han dejado todas sus pertenencias en su lugar de origen. "Con la sequía, significa que los problemas de salud pueden aumentar rápido si lo sumas a una precaria dieta, agua en mal estado y deficiente sanidad en un grupo tan numeroso", agregó.
El conflicto en el norte de Malí estalló en las últimas semanas, cuando rebeldes tuaregs se levantaron en armas contra las autoridades malienses. Según The New York Times, cientos de insurgentes -del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA)- han asaltado pueblos en el desierto del norte de Malí fuertemente armados con parte del extenso arsenal de Muamar el Gadafi, que circula por África sin control desde su derrocamiento, en lo que se considera el suceso más significativo que emana directamente de la caída del régimen libio.
El diario estadounidense asegura que, después de luchar en las filas de Gadafi en la guerra civil libia, los tuaregs se apoderaron de una cantidad considerable de armamento sofisticado y después regresaron a Malí, donde rompieron el acuerdo firmado en 2009 que puso fin de forma oficial a la rebelión de los tuaregs y reavivaron un conflicto intermitente desde la década de los 60. El conflicto en la región de Azawad supone un importante desafío para Malí, un destacado aliado de Estados Unidos en la región en la lucha contra Al Qaeda.
Prevención La emergencia en el Sahel tiene todos los ingredientes de la que se vivió el año pasado en el Cuerno de África: sequía, subida de los precios de los alimentos, estados fallidos y actividad de grupos armados. "Ahora es el momento para actuar si queremos que la población pueda superar los meses que vienen y evitar que la situación del Cuerno de África se replique aquí. Es fundamental reforzar los escasos fondos que quedan y proteger a la población infantil, que es la que más rápido se ve afectada por la desnutrición", advierte Concha López, directora general de Plan España.
Según Acción contra el Hambre, un millón de niños con desnutrición severa corren el riesgo de morir en primavera si la comunidad internacional no da una respuesta a esta situación que, además de Níger, afecta a Malí, Mauritania, Burkina Faso y Chad, donde ya se dan 2,6 millones de casos de desnutrición aguda. La organización humanitaria advierte de que todos los indicadores de los sistemas de alerta temprana "están al rojo": déficit de pastos y de cosechas, precios de los cereales entre un 60 y un 85% más altos que en los últimos cinco años y miles de familias agotando sus reservas de alimentos antes de marzo, por lo que asegura que comienza una carrera contrarreloj para actuar antes de que sea demasiado tarde.
Según un informe del Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 700.000 mauritanos necesitan asistencia alimentaria e indica que la tasa de necesidad de asistencia alimentaria es "tres veces superior a la que existía en el mismo periodo de 2010". Asimismo, señala que más de tres cuartas partes de las poblaciones rurales que necesitan asistencia alimentaria se encuentran en las zonas agrícolas y pluviales, mientras que las regiones más afectadas son las del sudeste y este del país.
La agencia de Naciones Unidas subraya que la situación actual en el Sahel "ha producido una escasez de los mercados de cereales tradicionales, un aumento en los precios de productos importados, un déficit en los pastos y una trashumancia anticipada", por lo que también insta a la movilización internacional. Al respecto, la Comisión Europea anunció el miércoles que ha decidido ampliar a 123,5 millones de euros los fondos dedicados a combatir la escasez de alimentos en esta región africana.