Helsinki. El candidato del partido conservador Kokoomus, Sauli Niinistö, parte como claro favorito en las elecciones presidenciales finlandesas de hoy para sustituir a la actual presidenta, Tarja Halonen, quien debe dejar su cargo tras doce años al frente del país nórdico. Niinistö, abogado de 63 años, ha estado a la cabeza de todos los sondeos de opinión desde hace meses, pero su popularidad ha descendido por debajo del 50% durante la campaña electoral, por lo que parece que será necesaria una segunda vuelta.

Según la última encuesta divulgada, Niinistö, quien ya en 2006 estuvo a punto de arrebatar a Halonen la Presidencia de la República, obtendría el 39% de los votos, cinco puntos más que sus dos principales rivales juntos. De mantenerse su ventaja, Niinistö lograría una victoria histórica, ya que se convertiría en el primer político conservador que alcanza la Presidencia de Finlandia desde 1956.

El veterano político de centro Paavo Väyrynen y el candidato verde Pekka Haavisto mantienen una intensa lucha para lograr un segundo puesto que permitirá previsiblemente a uno de ellos disputar la Presidencia a Niinistö el 5 de marzo, cuando se celebre la segunda vuelta de las elecciones. Haavisto, antiguo eurodiputado, se ha llevado la peor parte en la guerra sucia de la campaña electoral, al ser cuestionado en repetidas ocasiones debido a su abierta homosexualidad, aunque esos ataques le habrían granjeado también la simpatía de los sectores más liberales.

Según los analistas, tanto Haavisto como Väyrynen podrían verse beneficiados por el voto útil de aquellos electores cuyos candidatos favoritos no tienen ya ninguna opción de alcanzar la segunda vuelta. Entre ellos figuran pesos pesados de la política finlandesa, como el ex primer ministro socialdemócrata Paavo Lipponen o el líder ultraconservador Timo Soini, cuyo partido, Verdaderos Finlandeses, dio la sorpresa en año pasado al convertirse en la tercera fuerza del país en las elecciones generales.

el peso de la Personalidad A la hora de elegir al jefe de Estado, los votantes finlandeses dan más importancia a la personalidad de los candidatos que a las ideologías, y ello explica que tanto Lipponen como Soini hayan quedado descolgados de la carrera presidencial. Según las encuestas, Soini lograría el 9% de los votos, diez puntos menos que en las elecciones parlamentarias del año pasado, mientras que Lipponen se situaría en quinta posición con el 6%, perdiendo más de dos terceras partes del electorado socialdemócrata.

La campaña electoral ha estado marcada por el debate en torno al papel de Finlandia en la Unión Europea y a la crisis financiera de la eurozona, pese a que ni la política europea ni la economía son competencia del presidente. Finlandia es uno de los cuatro países de la eurozona que cuentan con la máxima calificación crediticia, la triple A, pero su economía, muy dependiente de las exportaciones, se ha resentido por los efectos de la crisis financiera.

el europeísmo, a debate Recientemente, el Gobierno de coalición finlandés, encabezado por los conservadores, rebajó sus previsiones de crecimiento para 2012 y pronosticó que el producto interior bruto (PIB) del país nórdico solo aumentará un 0,4%, en lugar del 1,8% de estimaciones anteriores. Este debate ha servido para dividir a los candidatos entre quienes apoyan la actual postura pro europea del Gobierno de coalición, entre ellos Niinistö, Haavisto y Lipponen, y los euroescépticos, principalmente Väyrynen y Soini, partidarios de abandonar el euro.

En cambio, los aspirantes a la Presidencia han mostrado un irritante consenso en muchos otros temas importantes, haciendo más difícil la elección de uno de ellos de acuerdo a su ideología. Como suele ser habitual, en esta campaña electoral ha vuelto a debatirse la posible adhesión de Finlandia, país no alineado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El rechazo de una gran mayoría de finlandeses a la OTAN ha llevado a todos los candidatos presidenciales, incluido Niinistö -posiblemente el más favorable al ingreso-, a negar de momento esa posibilidad.