CRISTIANO Ronaldo lleva semanas instalado en el ojo del huracán de la polémica. En tiempos pretéritos, cuando discutía a Leo Messi la cúspide del firmamento futbolístico, los titulares sobre sus proezas deportivas compartían espacio y jerarquía con aquellos generados por sus rarezas, polémicas y salidas de tono fruto de una personalidad tan marcada como su desmedido ego, a la altura de su calidad hasta no hace mucho. Pero el tiempo no perdona a nadie y a sus 37 años el brillo futbolístico del astro portugués, que hoy jueves arrancará su participación mundialista contra la Ghana de Iñaki Williams, ha menguado. No así su capacidad para agitar cualquier entorno. Su malestar con el Manchester United desde el pasado verano alcanzó su punto máximo con sus volcánicas afirmaciones la semana pasada a Piers Morgan en Talk TV, que colmaron el vaso de la paciencia de la entidad de Old Trafford, que el martes anunció la finalización inmediata de la relación contractual, sin indemnización económica, que le unía al astro portugués y que expiraba el 30 del próximo mes de junio.

Aunque compañeros de la selección lusa e incluso el propio seleccionador, Fernando Santos, aseguran vivir al margen de las polémicas que acompañan a Cristiano, es imposible abstraerse de todo el foco mediático que le acompaña. En el primer día de la concentración lusa, su frío saludo con su compañero en Manchester Bruno Fernandes fue noticia mundial, aunque posteriormente se vendió como una broma entre ambos. Ayer mismo diversos medios de comunicación le colocaban en el Al Nassr de Arabia Saudí, el A Bola portugués decía que el París Saint-Germain es el conjunto favorito para hacerse con sus servicios y en el plano extradeportivo se dio a conocer la sanción de dos partidos impuesto por la Federación Inglesa por tirar al suelo el teléfono móvil de un aficionado después de una derrota el pasado mes de abril... Es muy complicado aislarse en ese ecosistema de distracciones.

“El Manchester United intentó forzar mi salida. No solo el entrenador, sino también el resto de personas que rodean al club. Me sentí traicionado. Siento que algunas personas no me querían en el club, no solo este año, sino también la temporada pasada”, aseguró en la entrevista con Morgan, en la que también atizó a la familia estadounidense Glazer, propietaria de la entidad –“no les importa el club ni el deporte profesional. El Manchester es un club de marketing y desde que se fue Sir Alex Ferguson no he visto ninguna evolución”–, a Ralph Rangnick, quien fuera su técnico en gran parte de la campaña pasada –“si ni siquiera eres entrenador, ¿cómo vas a ser el jefe del Manchester United? Nunca había oído hablar de él”–, al que fue su entrenador hasta el martes, Erik Ten Hag –“no le tengo respeto porque no me muestra respeto”, e incluso al director deportivo y al presidente: “Hablé con ellos cuando mi hija estaba enferma. Era como si no me creyeran y eso me hizo sentir mal. Dudaban de mis palabras, de que mi hija tuviera grandes problemas, que Georgina se sentía mal por ella –ambos habían perdido e uno de sus bebés mellizos meses antes–... Por eso no fui a la gira”. En ese contexto, era imposible que el United y Cristiano pudieran seguir coexistiendo.

Pero todo había empezado a torcerse antes. Cuando salió de la Juventus el verano de 2020 y lo tenía casi todo cerrado para recalar en el Manchester City, cambió de idea para volver al club que le catapultó a la fama mundial y a amasar títulos individuales y colectivos con el Real Madrid. Pese a su buen primer curso, con 18 goles, no lograron billete para la Champions y su agente, Jorge Mendes, intentó encontrarle un nuevo acomodo sin que Chelsea o Atlético de Madrid picaran el anzuelo. Se perdió la gira de pretemporada, se marchó del estadio antes de que acabara un amistoso contra el Rayo en el que fue sustituido, Ten Hag le quitó la titularidad en los primeros choques del curso... Cuando en un duelo de la Premier ante el Tottenham se negó a entrar en el césped como suplente, marchándose al vestuario, quedaba claro que la relación club-jugador estaba totalmente rota. Tras su sanción, su entrenador volvió a contar con él de manera asidua y parecía llegar una tregua, pero nada más lejos de la realidad. La entrevista con Morgan llevó hasta el límite el enfrentamiento de Cristiano con todos los estamentos del club, que ha decidido prescindir de él de inmediato. Ahora solo le queda Portugal y este Mundial para tratar de vivir un último momento de gloria en una carrera futbolística magnífica.