La Dirección General de Tráfico (DGT) ha encendido el debate al afirmar, a través de sus redes sociales, que una tasa de alcohol al volante igual a cero es “inviable”. Aunque la aspiración social y política por erradicar el alcohol en la conducción es cada vez mayor, las limitaciones técnicas y legales impiden, por el momento, imponer un límite absoluto de 0,0 mg/l de alcohol en aire espirado.
Esta posición, respaldada por un informe del Instituto Universitario de Investigación en Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia, propone como alternativa una tasa máxima de 0,1 mg/l, que en la práctica se acerca al “cero técnico”. El objetivo: reducir de forma efectiva la siniestralidad vial sin incurrir en sanciones injustas por falsos positivos.
Una cuestión técnica: los falsos positivos
Uno de los principales argumentos aportados por la DGT para no fijar una tasa 0,0 es la posibilidad de que determinados alimentos, bebidas “sin alcohol” o medicamentos comunes puedan producir lecturas de alcohol residual en los dispositivos de control. Por ejemplo, productos como enjuagues bucales, fermentados naturales o jarabes pueden generar una concentración mínima de alcohol en el aire espirado que, si bien no implica un consumo que afecte a la conducción, podría ser penalizado en un marco de tolerancia cero.
Esta realidad técnica se traduce en un problema práctico: establecer un límite absoluto no solo pondría en entredicho la fiabilidad de los controles, sino que también podría derivar en sanciones a conductores que no representan un riesgo real para la seguridad vial. La tasa de 0,1 mg/l propuesta busca, precisamente, evitar estas situaciones y centrarse en los casos verdaderamente peligrosos.
Una medida con respaldo científico e internacional
El informe encargado por la DGT y elaborado por el INTRAS recoge evidencias científicas y comparativas con países europeos que ya han implantado medidas similares. Suecia y Noruega, dos referentes en seguridad vial, establecieron el límite en 0,1 mg/l desde los años noventa, con resultados positivos en la reducción de siniestros. La Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea y el Consejo Europeo de Seguridad en el Transporte (ETSC) también recomiendan este umbral como el más efectivo y realista.
El director general de Tráfico, Pere Navarro, ha calificado la medida como un “compromiso moral” con las víctimas de accidentes relacionados con el alcohol. En sus palabras: “Reducir la tasa máxima no es solo una decisión técnica o legal, es también un acto de responsabilidad colectiva”.
El peso del alcohol en los accidentes de tráfico
Entre 2018 y 2022, más de 18.700 siniestros con víctimas estuvieron relacionados con el consumo de alcohol, lo que representa un incremento del 20% respecto a años anteriores. Además de ser un factor habitual en los accidentes mortales, el alcohol agrava la severidad de los mismos: el número de víctimas aumenta un 16%, y la letalidad se incrementa en cinco puntos porcentuales cuando el conductor ha consumido alcohol.
Estos datos evidencian que el problema no solo persiste, sino que va en aumento, pese a las campañas de concienciación. Por eso, la DGT considera que la reducción de la tasa legal es solo una parte del enfoque integral necesario para frenar esta tendencia.
El "cero simbólico"
Aunque legalmente no se pueda fijar una tasa 0,0, el mensaje social sigue siendo claro: alcohol y conducción no deben mezclarse bajo ninguna circunstancia. La tasa de 0,1 mg/l representa lo que desde la DGT definen como un “cero simbólico”, suficientemente bajo como para disuadir el consumo y suficientemente realista como para evitar penalizaciones injustas.
Navarro insiste en que “la sociedad ha madurado” y que ahora existe una mayor conciencia sobre los peligros del alcohol al volante. El objetivo, asegura, es alinear la legislación con esa nueva sensibilidad, sin caer en el exceso punitivo ni abandonar la lucha contra uno de los principales factores de riesgo en carretera.
Próximos pasos
La reducción de la tasa legal no será la única medida. El informe del INTRAS también sugiere una batería de actuaciones complementarias, desde mejoras en los controles de alcoholemia hasta campañas educativas más directas y continuas. También se contempla reforzar el control sobre reincidentes y estudiar medidas específicas para zonas rurales, donde la cultura del “conductor designado” aún no está tan arraigada.
En este sentido, el Ministerio del Interior y la DGT trabajan ya en una hoja de ruta legislativa para materializar el nuevo límite de 0,1 mg/l en aire espirado. Una decisión que podría marcar un antes y un después en la seguridad vial.