El Kuga es, junto a su hermano menor Puma, uno de los soportes comerciales de Ford, que parece empeñada en complicarse el panorama con una estrategia de producto bastante controvertida.
La firma norteamericana experimenta una fuerte deriva hacia la electrificación total, que pretende alcanzar en 2035, aventura en la que la clientela no la acompaña por el momento. A ese contratiempo se suma la caída de ventas provocada, entre otros factores, por la decisión de cesar la fabricación de modelos históricos y con aceptación popular. Tras la despedida del Fiesta, la marca ya ha comunicado la fecha de caducidad del Focus (dirá adiós en noviembre del año que viene), anuncio prematuro que va a tener un compresible efecto disuasorio en muchos compradores potenciales.
Así pues, Puma y Kuga están destinados a sustentar la oferta de Ford. Lo harán con algo de apoyo de los Tourneo e irrelevante aportación del resto (Mustang, Explorer, Bronco, Capri…).
Las matriculaciones de turismos y SUV de la marca caen un 23% en el primer semestre de este año en relación al mismo periodo del anterior. Suman 13.600 unidades en números redondos y dejan a Ford en una posición muy retrasada, impropia de su historia y de la entidad de sus productos (ocupa la 17ª posición). Al final, la calidad de una gama no garantiza necesariamente su idoneidad. De poco sirve ofrecer excelentes automóviles si la clientela no los necesita o no se los puede permitir.
En contra de la tendencia del mercado español, Ford crece en Bizkaia un 20,45 % el primer semestre y podría cerrar el año cerca de las trescientas unidades. De los 159 ejemplares entregados hasta junio, 68 a nombre de empresas y 91 a manos de particulares; en el mercado general estos solamente son la mitad de la clientela de Ford.
La abrumadora mayoría (123) son modelos SUV. Por tecnologías, también se constata una generalizada predilección por las versiones híbridas sin cable (122); los PHEV enchufables encuentran pocos partidarios (21), y menos aún los térmicos (8) y los eléctricos (8).