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Bagnaia ejecuta el plan perfecto en Motegi

El italiano firma su octava victoria del año y se queda a 10 puntos de Jorge Martín, que minimiza daños con la segunda posición. Marc Márquez acaba tercero

Bagnaia ejecuta el plan perfecto en MotegiEFE

“Lo hemos hecho todo perfecto”. Así, radiante, valoró Francesco Bagnaia el fin de semana del Gran Premio de Japón, donde certificó su tercer doblete y la octava victoria del año, el mayor botín de su vida –solo Valentino Rossi, Casey Stoner, Jorge Lorenzo y Marc Márquez han alcanzado esa cifra en MotoGP–, que sin embargo no es suficiente para liderar en la enconada lucha por el campeonato, donde, eso sí, ahora aparece a solo 10 puntos de Jorge Martín en lugar de 21 con cuatro carreras por disputarse.

La perfección significa cumplir el plan sin que nada ni nadie altere lo previsto. Pecco Bagnaia, cierto es, solo tiene un plan para todas las carreras, que cuando adquiere forma en las primeras vueltas, es difícilmente reversible. Su ideal es despedazar el grupo con una arrancada fulgurante, como en Motegi, para alcanzar una distancia que es la línea de seguridad que le une a la victoria. Luego es cuestión de sostener el tira y afloja hasta ver la bandera a cuadros. Sencillo en apariencia, tremendamente complicado en ejecución. Porque generalmente siempre hay un perro de presa al acecho, dispuesto a dar un bocado ante cualquier error.

Sin embargo, Bagnaia combina esa explosividad en los compases inaugurales con una frialdad que impide alterar las pulsaciones. No tiembla el piloto de Turín. Calculator es un buen apodo.

En Motegi, Bagnaia se disparó como un proyectil para superar la primera curva en primera posición, relegando así al polemanPedro Acosta. La primera fase del plan, crucial, estaba cumplida. Bagnaia rodaba en cabeza dispuesto a sacar chispas a la flamante Ducati. El arreón fue tan despiadado que solo el portentoso novato de Mazarrón sujetó el pulso, a rueda del piloto de Turín.

La tercera vuelta dio cuenta de la dificultad que requiere la ejecución del plan de Bagnaia, del riesgo que supone imprimir semejante ritmo con los neumáticos alcanzando aún temperaturas óptimas. Para Acosta, por ejemplo, fue un suicidio. El murciano perdió el tren delantero sin remedio. Se fue al suelo. Bagnaia había desbrozado el camino de competencia.

Justo en ese momento, Jorge Martín se convertía en alternativa a la victoria elevándose hasta la segunda posición. Un cohete. Venido desde la catacumba de la undécima pintura, el de San Sebastián de los Reyes se situaba a 1,5 segundos de Pecco, tanto y tan poco a la vez, según se mire. El irreductible Martín lo interpretó como algo asequible de recortar. Se lanzó a por la empresa.

Solo un giro después, Marc Márquez, llegado desde el noveno puesto, se encaramaba a la tercera plaza para iniciar un pasaje a su juicio soporífero. El chico es más de rock and roll que de música clásica. “Ha sido una carrera superaburrida, sin adelantamientos, solo manteniendo el ritmo”, resumió sobre el episodio japonés, aunque satisfecho por subir al tercer peldaño del cajón. "Era un fin de semana difícil", sentenció. Logró mantener a raya a Enea Bastianini, su rival por el tercer puesto del campeonato, donde el italiano posee 6 puntos de ventaja.

Jorge Martín, tenaz

Martín tensó la cuerda. Se aproximó a la diferencia mínima de 7 décimas, el umbral en el que los amenazados escuchan el sonido del galope ajeno. Llega la caballería. Bagnaia ya había cumplido el cometido de la ruptura. La brecha estaba abierta. El italiano sacó el medidor de distancias y comenzó el tira y afloja. Cuando el margen se abrió de nuevo al segundo y medio pareció que Martín claudicaba. Pero el tenaz madrileño tenía reservado un nuevo acelerón que devolvió la emoción a la prueba.

El líder del campeonato penetró de nuevo en la zona de riesgo para Bagnaia. Rebajó el segundo de alcance. Pecco reactivó su batería de defensas y sacó a Martín del perímetro de seguridad. A dos giros del final, el madrileño, ya impotente, optó por ondear la bandera blanca. Tocaba ceder puntos. Bagnaia era inabordable. “Estaba tan cerca de Pecco que quería intentarlo, pero a dos vueltas del final he tenido un susto de delante y pensé que era el momento de relajarse”, confesó Martín, que no tuvo otra que consolarse tras condenarse el sábado: “Ha sido una carrera fabulosa”, expresó con la boca pequeña.

El plan de Bagnaia había sido ejecutado a la perfección. Misión cumplida. “Hemos recortado 11 puntos (entre sábado y domingo), el máximo posible. Jorge era mucho más fuerte que ayer y he intentado mantener el gap”, celebró el turinés, que desveló sus voluntades de cara a las últimas cuatro citas: “Hay que avanzar con la misma ambición y estrategia para tratar de mantener esta línea”.

Es decir, Bagnaia solo concibe una idea. Solo alberga un plan, el proyectado en Motegi: desabrocharse de los rivales en los primeros metros, rodar endiablado para establecer unas tempranas diferencias –momento crítico de mayor riesgo que se prolonga apenas unas vueltas– y seguido, durante la mayor parte de la carrera, proteger el trabajo realizado con mesura, sin excesos, para evitar amenazas de caída.

Al realizar los deberes pronto y deprisa mientras otros llevan a cabo un esfuerzo más sostenido en el tiempo, Bagnaia preserva sus gomas, lo que siempre le concede una ventaja a la que si es necesario recurre en los últimos compases, adonde llega con un extra del que otros carecen, como así lo aseguró Martín: “Pecco es un maestro al gestionar los neumáticos”. El plan perfecto.