El Campeonato del Mundo de MotoGP ha alcanzado el ecuador de la temporada. Destaca por encima del resto un piloto que parece inabordable a estas alturas, cuando se han agotado diez de las veinte carreras que conforman el calendario. Después de cerrar la cita de Le Mans con sensación negativas, por eso de querer agradar ante su público pero terminar en cuarta posición, Fabio Quartararo acaba de superar un ciclo de tres pruebas que a priori contradecían sus intereses, pero que ha solventado con nota el piloto de una Yamaha que solo él es capaz de hacer competitiva.

En Mugello acabó segundo aunque ampliando su ventaja con los principales rivales en la lucha por el título, en Montmeló se elevó a lo más alto del cajón y en este último Gran Premio de Alemania ha repetido victoria. Su margen en la clasificación general ya es de 34 puntos -en Sachsenring elevó la cifra de 22 a 34-, una cifra considerable teniendo en cuenta que el perseguidor más inmediato, Aleix Espargaró, solo posee un triunfo en relación a los tres que atesora El Diablo. El de Aprilia está sumando, pero necesita conquistas para nutrir sus aspiraciones. En cuanto al siguiente opositor, Johann Zarco, aparece en tercera plaza, a la friolera de 61 puntos de distancia de Quartararo. La brecha es importante.

El valor de las actuaciones de Quartararo se puede medir contrastando sus resultados con los de los otros tres pilotos que corren con Yamaha. Mientras el vigente campeón posee 172 puntos, su compañero en el equipo Monster Energy, Franco Morbidelli, presenta 25. Darryn Binder y Andrea Dovizioso cuentan con 10 cada uno.

Otro detalle que da cuenta de la superioridad de Quartararo es que en Sachsenring ha rodado tomando antibióticos para paliar los efectos de un fuerte catarro. "Me he sentido mal todo el fin de semana. Aún tenía tos durante la carrera", aseveró el francés, quien no obstante e irrisoriamente no encontró oposición alguna en la pugna por el triunfo.

Nadie logró intimidar al ganador. El Diablo Corren por otro lado malos tiempos para la laureada marca de Hamamatsu, que pese a presentar cuatro pilotos a esta cita solo vio a uno alcanzar la meta. Fue el caso de Stefan Bradl, decimosexto y último, como sustituto de un Marc Márquez que se había impuesto en las once últimas ocasiones en las que visitó Sachsenring, las ocho últimas afincado en la categoría reina. Ese vacío de poder fue ocupado por el extraordinario Quartararo.

La dulzura de sus trazadas, la ausencia de errores groseros y sus fugaces salidas están fortaleciendo la candidatura de un Quartararo que corre disparado hacia el título. En Alemania la única oposición, encarnada por Francesco Bagnaia, apenas duró cuatro vueltas, las que tardó el italiano de Ducati en irse al suelo al tratar de cerrar la ventaja de medio segundo abierta por el azote de Fabio.

Luego Johann Zarco trató de dar caza al líder, cuando este rodaba con un margen de 1,4 segundos. La diferencia se redujo dos décimas antes de que Quartararo reaccionara para desterrar cualquier atisbo de esperanza en Zarco, que acabaría segundo.

Para mayor regocijo de El Diablo, Aleix Espargaró, que rodó en tercera posición la mayor parte de la carrera, fue superado por Jack Miller a tres giros del final. Asimismo, Enea Bastianini, espumoso al inicio del curso y por ello con ilusión por dar supervivencia a sus opciones de asentarse en el trono de la categoría reina, terminó en décimo lugar. Es cal y arena.

En definitiva, Alemania fue una muestra más de que nadie ofrece la consistencia necesaria para debatir con un Quartararo que linda con la perfección. Por estas fechas del año, se vislumbra que el mayor rival de Fabio será el propio Fabio. Puede que incluso no necesite asumir riesgos para revalidar el título. Atraviesa un estado de forma envidiable y a la par nadie exhibe la regularidad necesaria para sospechar que El Diablo no será el campeón.