Cuando un perro comienza a chuparse las patas de forma reiterada, muchos dueños lo interpretan como una simple manía o una costumbre pasajera. Sin embargo, detrás de este gesto aparentemente inofensivo puede esconderse un problema más profundo. El lamido constante de las patas es una de las señales más comunes de que algo no va bien, ya sea a nivel físico, emocional o incluso ambiental.
A diferencia de un comportamiento ocasional —como limpiarse después de un paseo o aliviar una pequeña molestia—, el hábito frecuente de chuparse las patas puede indicar desde alergias cutáneas hasta dolor crónico, pasando por problemas emocionales como el estrés o la ansiedad. Por eso, entender las posibles causas detrás de este comportamiento es clave para proteger la salud de tu mascota.
Causas físicas: alergias, heridas y parásitos
Uno de los motivos más frecuentes por los que un perro puede lamerse compulsivamente las patas es una alergia. Estas pueden ser de origen alimentario, ambiental o estacional. Los alérgenos como el polvo, el polen, ciertos alimentos o productos de limpieza pueden provocar picazón e inflamación en las extremidades, llevando al animal a aliviarse mediante el lamido.
Otra posible causa es la presencia de heridas, cortes, espinas o cuerpos extraños entre los dedos o en la almohadilla. Incluso un pequeño arañazo puede irritar al animal, que intentará calmarse mediante el contacto de su lengua. Del mismo modo, las picaduras de insectos o la presencia de parásitos como pulgas o ácaros pueden ser responsables de este comportamiento.
Además, el lamido repetitivo puede provocar infecciones secundarias por hongos o bacterias, agravando el problema. En esos casos, el ciclo se vuelve crónico: el perro se lame porque le pica, y le pica porque se ha lamido demasiado.
Problemas emocionales: estrés, aburrimiento y ansiedad
Más allá de lo físico, el estado emocional del perro también juega un papel fundamental. Perros que se sienten solos, aburridos o que no reciben suficiente estimulación pueden desarrollar comportamientos compulsivos como chuparse las patas. Es una forma de autoconsuelo, similar al acto de comerse las uñas en los humanos.
El estrés por cambios en el entorno (como una mudanza, la llegada de otro animal o la ausencia prolongada de un miembro de la familia) puede disparar estas conductas. En casos más graves, puede tratarse de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) canino, que requiere diagnóstico y tratamiento profesional.
Asimismo, los perros que pasan muchas horas encerrados o sin ejercicio tienden a desarrollar conductas repetitivas como esta. El aburrimiento crónico puede manifestarse de formas sutiles, y el lamido excesivo de las patas es una de ellas.
¿Cuándo preocuparse y acudir al veterinario?
Aunque un lamido puntual no debe alarmar, es importante observar si el comportamiento se repite con frecuencia, si se centra siempre en la misma pata, o si se acompaña de enrojecimiento, inflamación, pérdida de pelo o heridas visibles. En estos casos, lo más recomendable es acudir al veterinario para realizar un diagnóstico adecuado.
El especialista podrá descartar causas físicas y, si es necesario, derivar al animal a un etólogo (especialista en comportamiento) o iniciar un tratamiento dermatológico. En algunos casos se requerirá un cambio de dieta, el uso de collares isabelinos temporales o incluso terapia conductual.
No tratar el problema a tiempo puede tener consecuencias más serias. El lamido constante puede derivar en dermatitis acral por lamido, una lesión difícil de curar y dolorosa para el animal. También puede causar infecciones locales que requieran tratamiento con antibióticos.
Consejos para evitar este comportamiento
Para prevenir que tu perro desarrolle esta conducta, es fundamental ofrecerle un entorno estimulante y equilibrado. Asegúrate de que tenga suficiente ejercicio diario, interacción social y juguetes adecuados para su nivel de energía. El enriquecimiento ambiental es clave para reducir el aburrimiento y la ansiedad.
Mantener una higiene adecuada en las patas, especialmente después de los paseos, también es esencial. Limpia suavemente las almohadillas para eliminar restos de productos químicos o alérgenos del entorno. Además, examina periódicamente sus patas en busca de heridas, objetos incrustados o signos de irritación.
Si el comportamiento persiste, no lo ignores ni lo minimices. Un simple gesto como chuparse las patas puede ser la punta del iceberg de un problema de salud o de bienestar emocional que tu perro no puede comunicar de otra forma.