Campanas a rebato en Diestralandia. Se barrunta que habrá indulto a los condenados por el procés y, lo que parece resultar más doloroso, que lo tendrá que firmar se excelencia, el muy preparado Jefe del Estado. Luis Ventoso echa las muelas en ABC: "El indulto supondría una desautorización expresa del Gobierno al Rey, pues obligaría al jefe del Estado a rubricar algo en total contradicción con su histórico discurso del 3 de octubre de 2017, que fue crucial para frenar la embestida independentista. Felipe VI lo expresó nítidamente aquella noche. ¿Es admisible que ahora Sánchez contradiga al Rey y los indulte por su conveniencia personal?".

Rubén Amón se rasga las vestiduras en su sábana de El Confidencial, titulada "Así humilla Pedro Sánchez a Felipe VI". Después del feo de no dejarle ir a arreglar lo de Ceuta, esto: "No cabe expresión más humillante de la formalidad con que se degrada al monarca y con que se desautoriza el discurso del 3 de octubre. Correspondió entonces a Felipe VI el trance de proteger la Constitución frente a quienes la violentaron. Y ahora le corresponde abdicar de su propio discurso y prestarse a las obligaciones que conlleva el indulto gubernamental".

En Vózpuli, Félix Madero continúa con la letanía: "Y entre los españoles que no entenderán ese indulto está, debe estar, Felipe VI. ¿Cómo queda el Rey, el jefe del Estado que el 3 de octubre de 2017 a las nueve de la noche salió a parar aquel disparate? Decía el Rey por la televisión que los presos que serán indultados vulneraron de forma sistemática las normas aprobadas de forma legal demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Pues bien, sucederá que será el Rey, el propio Felipe VI el que se vea obligado por la ley a otorgar el indulto porque la Constitución le obliga".

Lo de la firma real es solo la guinda. Aunque no fuera necesaria, la medida de gracia seguiría siendo inadmisible para la prensa de orden. Lean, por ejemplo, al editorialistas de El Mundo: "No es casual que el mismo día en que Pere Aragonès simboliza con su toma de posesión la continuación de la confrontación rupturista y desobediente de la Generalitat con el Estado, el Gobierno vuelva a agitar la ignominiosa zanahoria del indulto. Ayer fue el turno del ministro Juan Carlos Campo, que erosionó en público una vez más la acción de la Justicia que da nombre a su departamento y avanzó el argumentario sanchista que blanquea la medida de gracia para quienes han perpetrado el mayor delito de la historia reciente contra nuestra unidad territorial, garantía fundamental de nuestra libertad e igualdad".

En el editorial de La Razón se gasta el mismo vitriolo, aunque el autor dice confiar en que Sánchez se eche atrás: "Sólo el principio de oportunidad política puede evitar que queden libres, incluso, que puedan volver a la vida pública unos individuos que, pese a las advertencias reiteradas de las distintas instancias judiciales, mantuvieron su desafío a las leyes y pretendieron romper la unidad territorial de España, pasando por encima de la soberanía nacional que consagra la Constitución, y que, además, lo hicieron desde las propias instituciones democráticas españolas".

Cristina Losada no confía en el mentado "principio de oportunidad política". Según vaticina en Libertad Digital, la cosa está hecha: "El dilema, por lo tanto, se reduce. Qué teme más el Gobierno: ¿el posible precio político de indultar a quienes quisieron romper la nación y el orden constitucional o la seguridad de quedarse sin socios parlamentarios para terminar, como pretende, la legislatura? Formulado así, parece clara la respuesta. Habrá indultos".

Ese es también el pálpito del opinador de ABC Álvaro Martinez: "Sabe Sánchez la bataola que se va a formar y trata, en fin, de hacer 'pedagogía' en la opinión pública para que degluta sin rechistar el infame plato del indulto que pretende servir a los separatistas en la mesa [cuesta tanto pensarlo como escribirlo] en la que en realidad se negocia la unidad de España con la trinca separatista, esa que ahora se reparte entre el Palau de la Generalitat, la trena de Lledoners y la guarida del fugado en Waterloo".

Así que se da por hecho que habrá indultos. ¿Cuándo? Apunten el pronóstico que tare El Mundo en portada: "Sánchez espera al verano para limitar el efecto de los indultos". Lo comprobaremos.