Si hay una disciplina ecuestre que refleje perfectamente la simbiosis entre jinete y caballo es sin lugar a dudas la doma clásica. En este deporte olímpico desde 1912 destaca la gran armonía entre jinete y caballo. Es un deporte complicado y no apto para cualquier bolsillo ya que requiere, al menos en un nivel competitivo avanzado, de un animal con unas características especiales. Y aunque puedas practicar en algún club instalación profesional, lo lógico es que con el tiempo aspires a tener un caballo en exclusiva para ti solo. Y eso se paga. Además, el mantenimiento de un animal de éstas características tampoco es nada barato. 

El objetivo principal de la doma clásica es el desarrollo de las aptitudes del caballo mediante un entrenamiento constante y metódico que permite al jinete transformar al animal en un atleta que ejecuta todas sus órdenes con armonía, equilibrio y elasticidad. El entrenamiento y la pericia del jinete, en una disciplina que requiere muchas dosis de preparación y paciencia, convierten al caballo en un ser tranquilo, ágil, flexible, confiado, decidido y atento a las órdenes que recibe.

Hasta 1952 sólo podían competir oficiales militares en los JJOO y las mujeres estaban excluidas.

Los orígenes de este deporte se remontan a la equitación griega clásica y a los caballeros de la Edad Media. Durante el Renacimiento, adquirió reconocimiento como un método de entrenamiento valioso para las caballerías europeas y apenas ha variado desde entonces. En la época moderna empezó siendo un deporte clasista (únicamente para oficiales del Ejército) y sólo para hombres aunque afortunadamente ha cambiado y ya pueden competir en la misma prueba sin distinción de sexo. En 1952 se admitió a civiles y a mujeres lo que permitió ganar en calidad competitiva y en número de licencias de deportistas. Ese mismo año la danesa Lisa Hartel se convirtió en la primera medallista mujer en unos JJOO al lograr una meritoria medalla de plata pese a su discapacidad.

 En los juegos Olímpicos de Munich en 1972, la alemana Liselott Linsenhoff se convirtió en la primera medallista de oro femenina. En 1988, en Seúl, por primera vez, las tres medallistas fueron mujeres. El último campeón olímpico también es una mujer. La alemana Jessica von Bredow-Werndl subió a lo más alto del podio en Tokio 2020, aunque como el resto de las pruebas se celebraron en 2021 a causa de la pandemia. 

El jinete logra convertir al caballo en un ser tranquilo, ágil, flexible y obediente.

Las pruebas de doma clásica son muy entretenidas de contemplar en directo o a través de los diversos canales temáticos que están incluidos en las ofertas de las principales operadoras. Los movimientos de los caballos al son de una música especialmente elegida para la ocasión permiten contemplar al caballo desplazándose lateralmente, girando sobre sí mismos, cambiando de pie al galope o al trote y ejecutar pasos de extrema belleza y dificultad observados por los jueces que les puntúan dentro de una pista de 60 metros por 20 metros.

Durante la competición el caballo deberá ir al paso, al trote y al galope y también realizar tres movimientos obligatorios. El primero es el apoyo, donde el caballo cruza las extremidades para avanzar. Debe mirar siempre en la dirección en la que avanza. Es un movimiento que puede realizarse al paso, al trote o al galope. También puede ser hacia la derecha o hacia la izquierda.

El segundo es el ‘piaffé’, un trote elevado en el que cada par de extremidades en diagonal se eleva y vuelve a tierra alternativamente sin que el caballo avance. Y el tercero es el ‘passage’, un trote lento durante el cual el caballo eleva alternativamente las extremidades teniendo un momento de suspensión prolongado y durante el que da la impresión de que el caballo casi no avanza.

Los mejores caballos para la doma clásica

Los expertos recomiendan razas y características específicas para tener éxito y obtener las puntuaciones más altas en las diferentes competiciones. 

  • Sangre caliente. Los expertos en doma clásica recomiendan los caballos de sangre caliente ya que son los que mejor se adaptan al entrenamiento y a los circuitos, además de que ofrecen un mejor físico y un buen comportamiento. En el mundo ecuestre, la expresión caballos de sangre caliente define a los cuadrúpedos que tienen un muy fuerte porcentaje genético del purasangre, principalmente árabe o inglés, y sus ascendientes cercanos.
  • Agilidad. Si para las pruebas de obstáculos los caballos deben tener suficiente fuerza como para completar el recorrido y superar los saltos, en la doma clásica debe primar la agilidad, una de las cualidades más valoradas por parte de los jueces de doma clásica.
  • Obediencia. En cuanto al comportamiento, este debe ser equilibrado, pero a la vez determinado. Se necesita un caballo que no sea temeroso sino decidido. También se necesita que sea obediente y que siga las órdenes de su jinete sin resistirse.
  • Amabilidad y docilidad. Son dos de las cualidades más apreciadas. La amabilidad, elegancia e inteligencia en un caballo de doma le ayudarán le a crear una inestimable conexión entre él y el jinete. Es un caballo alegre y atrevido y siempre está dispuesto y es muy dócil.
  • Razas recomendadas. Las más utilizadas son las razas árabes, inglesas, hannoverianas, westfalianas, holandesas y danesas, estas de sangre caliente. En cuanto a las razas barrocas, la raza pura española, el lusitano y el caballo lipizzano también se utilizan en la doma clásica.