El legendario presentador Carlos Sobera (Barakaldo, 1960) no para ni un momento. Y lo que le queda todavía por hacer. Hace unas semanas se embarcó en su nueva aventura televisiva, El musical de tu vida, una producción de The Mediapro Studio que en Telecinco invita a los famosos que por allí se pasan a recorrer sus recuerdos a través de coreografías y canciones al más puro estilo de Broadway.
Su voz, su rostro, sus gestos... Son tan característicos que los asociamos con la historia viva de la televisión. ¿Alguna vez ha imaginado su vida alejado de las cámaras?
-Bueno, ya tuve una vida alejado de las cámaras a pesar de ser actor y de hacer teatro, e incluso algún largo y tal. La verdad es que tuve una época de profesor universitario, diez años que no es poco tiempo, y la verdad es que disfruté mucho. Me lo pasé muy bien. Fui feliz. Lo que pasa es que la vocación pidió paso así a borbotones, y no tuve más remedio que concedérselo.
Está claro que lo vive. Ahora ha llegado El musical de tu vida, un programa en el que ya avisan de que toda vida merece un musical. ¿Cómo se siente al ser parte de este proyecto?
-Pues me siento muy honrado, porque yo creo que este programa era una gran apuesta de Telecinco para cambiar su imagen y dirigirse a un público más familiar, en un programa de estas características de entrevistas en profundidad pero amables, que contuvieran muchos momentos de humor pero también de emoción, donde se creara un ambiente estupendísimo donde los famosos se abrieran y contaran cosas que habitualmente no cuentan, y que además viene acompañado de una puesta en escena, de una producción y de una dirección musical bestial. Y la verdad es que es un honor estar con toda esta gente que hace un trabajo inmenso, compartiendo protagonismo cada noche del miércoles. Estoy muy contento, porque tengo la sensación de que este es un programón. Está muy bien concebido además y es muy bueno para cambiar un poco la imagen de la cadena, y muy dirigido a un público familiar que necesita este tipo de productos.
Las familias que le vean desde casa se preguntarán seguramente cómo preparan los números musicales.
-Es un trabajo muy exhaustivo. De hecho, pensando en la posible segunda temporada la productora y la cadena tenían claro que necesitaban mínimo 3-4 meses de preparación. Porque cuando se elige a un famoso primero hay que documentarse bien sobre su vida, elegir los lugares y momentos que quieres convertir en musical, preparar las letras de las canciones a lo que acontece en esos momentos... Y además si te fijas hay una puesta en escena y un decorado que persigue la copia literal de los lugares que han formado parte de sus vidas. Y los chicos que cantan y bailan, los seis números musicales de cada programa, los graban a una única toma. No se repite. Es como si fuera un directo o una función teatral.
First dates, ahora El musical de tu vida... Trabaja mucho. ¿Hay algo que eche de menos de casa, de Barakaldo, cuando está fuera?
-Hombre, extraño a mi familia, que nos vemos las tres o cuatro veces que yo bajo a Bilbao, y las tres o cuatro que suben ellos a Madrid. Pero claro, no tienes el contacto diario, no los ves diariamente. Echas de menos a los amigos y las partidas de mus. Además, me fui yo y se ha ido el maestro que les podía haber enseñado (risas). Se han perdido también los partidos de futbito que jugábamos los amigos en la universidad de Deusto. La verdad es que se echan muchas cosas de menos. Loiu. El acceso desde Loiu a la universidad, el puerto viejo de Algorta... Se echan muchas cosas de menos.
Como comentábamos, sigue haciendo muchos programas, pero los orígenes nunca se olvidan, ¿verdad? En redes sociales una y otra vez vuelve a aparecer con programas como Date el bote, con esas anécdotas que han pasado a la posteridad. ¿Recuerda la mejor respuesta dada por alguien?
-Esa la tengo muy clara, porque yo llevaba dos días grabando. En el primero habíamos hecho cinco programas y habían pasado cosas, y el segundo, cuando íbamos por el tercer programa o así, hice aquella archifamosísima pregunta de “¿Cómo se llama el presentador de apellido Y Medio?”. Y el chaval va y me dice “Pegamento”. Yo me caí. Esas imágenes son historia. Me caí yo, se cayeron sus compañeros del atril... Estuvimos riéndonos cinco minutos, y yo mientras me reía seguía haciendo preguntas que nadie entendía, con lo que nadie podía contestar... Fue una cosa tremenda, pero supernatural, de estas cosas que dices “bueno, ha pasado, y no queremos que sea otra cosa que lo que ha pasado”. La verdad es que Date el bote fue un fenómeno de masas tremendo, y yo no sé si muchos en Euskadi lo saben, pero ha sido un programa que se veía en Latinoamérica de una manera bestial. Yo he ido por países como Ecuador o Perú, y mira que ya estaba trabajando en Telecinco y Antena3, pero con Date el bote, como se transmitía por cable en Latinoamérica, pegó muy fuerte el programa y la gente lo veía a borbotones. Recuerdo un viaje a Perú, cerca de Machu Pichu. Paramos a comer mi mujer y yo en 2007 o así y se pararon dos autobuses de chavales de catorce años, y cuando se bajaron del autobús y me vieron todo era “Carlos Sobera, Date el bote”. Esto te demuestra que nunca hay canal pequeño, ni papel pequeño para un actor.
Y sigue, comentábamos, compartiéndose en redes. Y ahora cada cosa que sale, por ejemplo, en First dates se hace viral. ¿Cómo lo consigue?
-Yo no hago nada, lo juro. First dates es superlógico que sea tendencia, porque cada noche el programa hace cerca de un millón de espectadores, pero igual tiene 3.000.000 de espectadores únicos. Pasan muchas cosas, y pasan cosas que llaman la atención. La gente que pasa por el programa también es un poco diferente, especial, tiene cosas que contar, se muestran de una forma que a veces parece un poco salvaje, y esto despierta pasiones. Y muchos periódicos utilizan mucho estas noticias de First dates porque buscan el clic de la gente, y la gente pincha porque se interesa. Llama mucho la atención First dates, esa es la verdad.
Y su relación con las redes, ¿cómo es?
-Es escasa. Yo empecé hace poco a dedicarle tiempo a las redes, hará un año o así, y conseguí subir de 5.000-6.000 a 120.000 o una cosa así. Pero en los últimos tres meses he subido un post de Instagram. Y preguntarás por qué. Igual es porque estoy mucho tiempo en pantalla y sé que me tienen todos los días y digo, “buf, encima voy a estar dándoles la tabarra con mis cositas y tal”. Y entonces soy un poco prudente y freno. Y en Twitter creo que llevo sin escribir tres o cuatro meses. No me dedico a las redes, esa es la verdad, pero sí leo lo que me escriben. Y a los haters no les hago caso.
No creo que tenga muchos.
-No, tengo muy poquitos. Pero a veces les digo a los compis que no hay que preocuparse por esto. Todo el mundo tiene derecho a criticarte. Pero no me puedo quejar. Tengo un Instagram en el que el 99% de los comentarios son superpositivos, y en Twitter también. Y lamento no poder dedicarle más tiempo.
Ahora nos quedamos disfrutando de estos programas, pero ¿qué le pide al futuro? ¿Hay algún programa que le gustaría presentar?
-Que no sea un informativo, por favor. Tengo claro que no quiero hacer ni informativos ni matinales, porque normalmente la actualidad me satura. El late night hace mucho tiempo también que dejé de desearlo, con lo que te diría que un programa de entrevistas profundas como es El musical de tu vida. Ojalá me dure muchos años porque estoy encantado, First dates o un programa de dating parecido también, y luego un concurso, porque me parecen un formato ideal. Me gusta mucho el formato concurso y hace años que no hago ninguno. Algún día me gustaría volver a hacer un superconcurso, incluso para ponerle fin a mi carrera televisiva, que algún día habrá que ponerle fin.
Para eso todavía queda mucho, ¿no?
-Todavía queda, claro. Pero estaría bonito como broche final. Yo empecé en el 99 haciendo ¿Quién quiere ser millonario? y en 2002 Date el bote. Estaría bien igual en el 2030 acabar con uno o con otro.