l año ha empezado movidito en el ámbito del ballet contemporáneo internacional. La cara positiva la protagoniza Tamara Rojo, directora artística del English National Ballet (ENB) de Londres, nombrada en enero directora del San Francisco Ballet (SFB), la compañía más antigua de Estados Unidos. Su designación se hará efectiva a finales de 2022 y se convertirá así en la primera mujer en asumir el mando de un ballet de máximo nivel en el país norteamericano.
El lado oscuro tiene que ver con los efectos colaterales del conflicto bélico desatado por Rusia en Ucrania. El Teatro Real de Madrid se ha sumado al veto a los artistas rusos en todo el mundo y ha cancelado las seis funciones de la obra ‘La bayadera’ que tenía previsto interpretar el prestigioso ballet Bolshói de Moscú. La danza clásica rusa ha encontrado acomodo en el poder a lo largo de la historia, bien a través de su vinculación con el zarismo y más tarde como emblema cultural soviético. Tras la disolución de la URRSS, sus grandes compañías (Bolshói, Mariinsky, Mijáilovski) le dieron la vuelta al complejo escenario político y siguieron enriqueciendo el arte del movimiento. A continuación, unas pinceladas de la historia de la danza clásica:
1 El origen. Danza moderna, danza contemporánea, swing, barra en suelo, asociado al hip hop, northern soul, danza oriental... Muchos bailes actuales beben de los fundamentos más básicos de la danza clásica, que surgió en pleno Renacimiento italiano, entre finales del siglo XV y alrededor de 1600, constituyendo así el puente entre la Edad Media y la Europa moderna.
2 Danzad, bailarines. La palabra ballet tiene su origen en el término italiano ‘balleto’, que significa ‘bailar’. El primero que le dio uso fue el compositor y coreógrafo francés de origen Italiano Balthasar de Beaujouelx, en 1582, quien se lanzó además con una definición (“una mezcla geométrica de personas que bailan juntas, acompañadas por varios instrumentos musicales”) que años más tarde sintetizaría el florentino Bastiano di Rossi: “Es una pantomima con música y danza”, atinó.
3“El Estado soy yo (y el ballet también)”. La muletilla que le hemos puesto a la conocida frase absolutista del rey Luis XIV viene a colación por la estrecha relación del monarca con la danza clásica. Lo cuenta muy bien la película franco-belga ‘La pasión del rey’, del director Gérard Corbiau; no solo fundó la Academia Real de la Danza, en 1661, todavía hoy vigente con otro nombre, y la Real Academia de Música (1669) que se conoce como la Ópera Nacional de París. El rey Sol contribuyó además a desarrollar su profesionalización, relanzó el ballet como arte y fue uno de los grandes bailarines de su época.
4 Las 5 posiciones de Pierre Beauchamps. El afamado maestro de Luis XIV plasmó por escrito en el libro ‘Le Maître à Danser’, de 1725, las diferentes colocaciones de los pies acompañadas de sus correspondientes movimientos de brazos y manos. Estas cinco posiciones básicas del ballet se utilizan a día hoy en muchos estilos de danza, incluido el ballet moderno.
5 Disciplina y control. El ballet exige un control férreo y absoluto -esta vez sin matiz político- del cuerpo, de ahí que el inicio de su práctica se fije en edades tempranas, cuando se puede establecer una rutina basada en el rigor y la disciplina. Llevado hasta sus últimas consecuencias, se convertirá en una forma de vida.
6 Siglo XIX. Tras una etapa más insípida, la danza clásica pegó al fin un estirón. El romano Enrico Cecchetti despuntó como uno de los bailarines más virtuosos del mundo. Tras una espléndida carrera en Rusia, donde lideró el Ballet Imperial de San Petersburgo, el maestro perfeccionó sus habilidades. El método que lleva su nombre es una de las técnicas de formación más utilizadas del ballet clásico.
7 El maestro y el escritor. El método Cecchetti consta de un duro programa con una serie de rutinas diarias. Sus seguidores sostienen que esta enseñanza tiene rasgos científicos y ha servido de guía a muchas compañías de ballet. Existe un tratado de 1922 bajo el título de ‘Manual of Theory and Practice of Classical Theatrical Dancing’, dirigido a los profesores de ballet, que recoge su contenido. En realidad, lo redactó el historiador de la danza Ciril. W. Beaumont, que codificó las líneas maestras de Cecchetti.
8 La meca rusa. Primero fue el zarismo, que utilizó el ballet como fuente de entretenimiento de la aristocracia al tiempo que la escuela italiana perdía peso. La revolución bolchevique, en un principio recelosa, recuperó los bailes imperiales y llevó la danza a su apogeo de la mano del fundador de los ballets rusos, Serguei Diaguilev. La URRSS y el ballet se fundieron durante décadas y el idilio ha continuado hasta ahora.